“Mi nieto pregunta todos los días por su abuelo”

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“Pasaron ya 25 días y todavía no lo puedo creer; a veces me veo cocinando, esperándolo, mientras pongo la mesa”. Quien habla es Adriana Lamarque, la mujer de Alejandro Fernández (50), el mecánico y policía que el 3 de noviembre pasado fue encontrado muerto en la fosa de su taller de Camino General Belgrano entre 525 y 526, en Tolosa. Sobre su cuerpo yacía el bloque de un motor y varias baterías. Se especuló de arranque con un accidente fatal, hipótesis que duró hasta que la autopsia reveló que fue asesinado de un tiro en la cabeza. ¿Por qué? No se sabe. ¿Quién o quiénes lo hicieron? Se presume que hay pistas, aunque la causa -por ahora- no tiene detenidos.

Lamarque estuvo ayer en la redacción de EL DIA junto a su hija Florencia Fernández Lamarque y el abogado que las patrocina, Emanuel Ocaranza.

“Pronto vamos a tener novedades de la fiscal Cecilia Corfield; nosotros no sabemos mucho por el momento y lo que sabemos no lo podemos contar”, aclara el abogado, no sin destacar que “estamos conformes con el trabajo de la fiscal”.

Adriana retoma la charla abordando el presente de su familia, atravesado por la tristeza y el espanto: “Tengo tres hijas y un nietito que pregunta todos los días por su abuelo. Preguntó por qué se fue sin despedirse y le dije que con una brújula tenía que apuntar al cielo. La estrella que brillara era el abuelo. Y es lo que hace por las noches”.

“Se veían todos los días, a veces el nene lo visitaba en el taller”, suma. Por esos días, Alejandro estaba “enloquecido de alegría”, cuenta su mujer. Es que una semana antes de ser asesinado, Fernández supo que una de sus hijas estaba embarazada.

El mecánico, que además integraba la fuerza y era muy reconocido en Tolosa por su actuación solidaria en la tremenda inundación de 2013, nació en Las Flores y vivió en Capital Federal antes de venir a La Plata.

“Hace 30 años que corría autos y nunca tuvo accidentes. Había terminado ahora una camioneta y también preparó motos”, recuerda su mujer, quien desde hace 3 años iba cada mañana al taller para dar turnos: “Me pidió que lo ayudara con lo administrativo. Nos levantábamos juntos, volvíamos al mediodía y él a las 3 de la tarde volvía solo y se quedaba hasta las 7 u 8 de la noche en el taller”. El asesino lo sorprendió en ese turno; solo.

“Ese día trabajamos a la mañana y al mediodía fuimos a casa para almorzar; miró la tele, durmió la siesta y como el domingo era su cumpleaños, el viernes nos íbamos a ir a Mar del Plata. Me dijo: ‘Negra, prepará los bolsos porque cierro la cortina y nos vamos temprano’”, recuerda Adriana.

Ella recibió la tremenda noticia esa misma tarde, cuando tomaba mate con la menor de sus hijas y recibió el llamado de otra: “Me preguntaba ‘¿qué le pasó a papá?`; `algo le pasó a papá`, repetía y la escuchaba gritar”. La mujer corrió las tres cuadras hasta el taller, segura de que había sido un accidente. Cuando entró, no le permitieron ver a su marido.

Alejandro tenía proyectos para dentro de un año, después de jubilarse de la Policía. Había comprado una casa en Las Toninas, para viajar cuando quisiera y quedarse unos días.

“Estamos conformes con la fiscal y también con nuestra familia que pide justicia”, resalta la mujer, “sólo que yo no me siento bien para ir a las marchas” que han organizado las hermanas de Alejandro.

El abogado confirmó que se investiga al entorno, “aunque no descartamos ninguna posibilidad”.

 

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