Dante Ignacio Pereira

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Fue un reconocido docente y veterinario de la Ciudad pero, a partir del fallecimiento de su hijo Dante Luis Segundo -quien perdió la vida en la Guerra de Malvinas-, su figura fue símbolo de fortaleza y su palabra, un mensaje esperanzador para las nuevas generaciones. Por eso, el fallecimiento de Dante Ignacio Pereira, a sus 97 años, provocó una profunda tristeza entre quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo.

Había nacido el 31 de julio de 1923 en Santiago del Estero. Realizó la escuela primaria en La Plata y la secundaria, en su ciudad natal. Luego, regresó para estudiar en la facultad de Ciencias Veterinarias de la UNLP.

En esos tiempos de juventud, integró el conjunto universitario Achalay. La formación folklórica alcanzó un gran renombre y realizó distintas presentaciones en radio y televisión. El grupo, en el que Dante Pereira tocaba la guitarra, el charango y la quena, grabó varios discos de vinilo.

Ya recibido de veterinario, ejerció su profesión en varios lugares de la Región, pero también se dedicó a la docencia en el Colegio Nacional “Rafael Hernández” y en la Escuela Anexa “Joaquín V. González”.

El 14 de febrero de 1952 cumplió su sueño de formar una familia junto a Araceli Della Croce, de la unión nacieron sus hijos Teresa, Dante Luis Segundo (f) y Araceli Rosario (f). La familia se amplió con la llegada de dos nietas.

Sintió una gran pertenencia a Villa Elisa, donde residió por muchos años. También fue destacable su participación comunitaria, siempre cerraba los ciclos lectivos de la Escuela N° 28, que lleva el nombre de su hijo, y expresó una profunda satisfacción al distinguir a los mejores alumnos.

Afable, de trato cercano y agradable, vivió regido por sólidos principios y tuvo un profundo amor por las tradiciones y la patria.

Para los ex compañeros de su hijo Dante, siempre tuvo gestos paternales y afectuosos. Además se hizo de tiempo para compartir junto a ellos diferentes momentos que evocaron lo vivido en la contienda bélica.

Hasta sus últimos días fue destacable su gran lucidez y se preocupó por estar al tanto de todo lo vinculado a su entorno.

Quienes lo conocieron remarcaron que fue ejemplar su entereza para enfrentar los golpes más duros, sin perder su mirada amorosa y esperanzadora con relación al futuro y a las nuevas generaciones.

 

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