El primer astillero de nuestra zona tuvo una breve actividad

Se puso en marcha durante la construcción del Puerto La Plata. Duró poco y no llegó a tener ni siquiera nombre

Edición Impresa

A muy poca distancia de donde se levantan desde mediados de 1953 las grandes, complejas y desde hace bastante tiempo desaprovechadas instalaciones de Astilleros Río Santiago (ARS), en tierras del partido de Ensenada, funcionó a fines del siglo XIX y durante muy breve tiempo un rudimentario emprendimiento del mismo tipo.

No obstante, el primer astillero, que ni siquiera llegó a tener nombre, puede decirse que, de algún modo, más que plantar una semilla para la industria naviera en ese sector de nuestra región, mostró el camino para esa actividad porque las características geográficas de la zona ofrecían condiciones inmejorables para las construcciones y reparaciones de distintos tipos de navíos al abrigo de las mansas aguas del río Santiago.

Es necesario aclarar que ya para fines del siglo XIX, la desembocadura del Santiago al Río de la Plata, que formaba el accidente geográfico conocido como Ensenada de Barragán, había sido completamente ocluida por el sedimento arenoso característico del estuario y que desplaza ese tipo de material del Este hacia el Oeste.

LUGAR PROPICIO

Por lo tanto, el río Santiago había quedado como un siempre calmo río interior que sólo vertía aguas en el Plata a través de algunos arroyuelos de escasa importancia, por lo que se mostraba propicio para el desarrollo de actividades náuticas como las que con los años se desplegarían a través de las conocidas instituciones de la zona. Y precisamente también por esa causa fue que se eligió ese sitio para el establecimiento del ARS.

Pero volviendo al último tramo del siglo XIX, y recordando que las obras de construcción del Puerto La Plata se habían iniciado en agosto de 1883 bajo la dirección del ingeniero holandés J. A. Waldorp para la empresa adjudicataria de la obra, Lavalle, Medici y Cía., en febrero de 1885 y en forma improvisada hubo que reparar dos excavadoras a vapor y el pequeño navío denominado “Mangola”, labores que estuvieron dirigidas por el mayor de los tres hijos del experto llegado de los Países Bajos junto a toda su familia.

Esas labores, de algún modo, dieron nacimiento a un pequeño astillero debido a que tuvieron que llevarse a cabo maniobras para emplazar una suerte de dique seco.

Pero se aprovecharon esas circunstancias para desarrollar un proyecto que más tarde sería necesario, como el de construir barcazas de madera de escaso calado para navegar por el Canal Oeste, llevando mercaderías que llegaran en grandes buques al Dock Central, hasta la zona conocida luego como El Dique.

Esa era la idea original del Puerto, la de permitir que las mercancías se cargaran y descargaran a la altura de la calle 126 (El Dique) a sólo cuatro cuadras del ejido urbano de la nueva capital de la Provincia.

Para construir las barcazas se contrataron en Buenos Aires obreros especializados de los astilleros existentes en la zona del Riachuelo, pero al comenzarse con la tercera nave de ese tipo, la actividad del incipiente establecimiento concluyó abruptamente debido a que esos trabajadores, descontentos con las condiciones de vida en el lugar, regresaron a la capital federal.

 

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE