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Información General |UN FENÓMENO ACENTUADO POR EL AISLAMIENTO

Memes, emojis y stickers, el boom digital que conquistó la manera de vincularnos

El 80% de la comunicación es actualmente no verbal y en eso inciden las diferentes herramientas de redes y chats. Qué dicen los expertos sobre los cambios en el lenguaje que abarcan tanto a chicos como adultos mayores

Memes, emojis y stickers, el boom digital que conquistó la manera de vincularnos

Los jóvenes son los grandes impulsores del lenguaje con emojis pero no son los únicos y su uso abarca a varias edades / freepik

30 de Mayo de 2021 | 02:46
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Con la intención de enviarle un saludo y pésame virtual a una amiga por la muerte de su madre, Susana, de 71 años, escribió un mensaje sentido en el WhatsApp y lo acompañó con el emoji de una carita que, al menos para ella, sufría hasta las lágrimas. Pero no. Y fue su hija quien le aclaró la confusión: “Lo que le mandaste a tu amiga, mamá, fue una carita llorando de risa…”. La anécdota es real, ocurrió a principios de la pandemia en nuestra ciudad e ilustra no sólo la incidencia que las nuevas formas del lenguaje tienen en la vida cotidiana, los nuevos malentendidos, sino -acentuado muchas veces por la imposibilidad del cara a cara que impone el confinamiento y el uso casi permanente de redes sociales- el cambio drástico que atraviesa por estos días nuestra forma de comunicarnos. El tema genera debates y dispara la duda: ¿de qué hablamos cuando hablamos de hablar?

Los emojis, los stickers y los memes parecen haber tomado el control de nuestra comunicación y generar así nuevos códigos que corren entre el pulso de lo popular y lo digital. El emoji de berenjena, por dar un ejemplo, se conjuga con otras verduras para componer una ensalada virtual pero su uso solitario viene cargado de connotación sexual. Y no es lo único: los intercambios de stickers en WhatsApp parecieran tener la misma avidez que antes regía el canje de figuritas, mientras que el ingenio de los memes se viraliza en comunidades y grupos de chats a la velocidad del rayo. Según los especialistas, el 80% de la comunicación actual es no verbal y el uso de la tecnología refuerza esta ecuación porque permite, dicen, apuntalar las limitaciones del lenguaje escrito.

Cuando en 1992 el programador Neil Papworth le envió -en un experimento informático que era más bien una apuesta nerd- un sencillo “Happy Christmas” a su compañero Richard Javis no se imaginó que ese breve SMS modificaría la forma de comunicarse de los habitantes del planeta por los próximos treinta años. A mediados de la primera década del 2000, el SMS llegó a su apogeo: se mandaban 15 millones de mensajes por minuto en el mundo hasta que el WhatsApp y las redes sociales oficiaron de verdugos. El fin de aquella tecnología dejó una huella que llega hasta el presente: el uso de los emoticones que se formaban combinando signos de puntuación, aquella versión beta de los actuales emojis.

“Cuando aparecieron los SMS, desde la academia, había una suerte de crítica que sostenía que deformaban el lenguaje. El mensaje de texto inauguró una forma más económica de comunicarse y también, la tendencia a pensar que eso empobrecía el lenguaje”, recuerda Ingrid Sarchman, licenciada en Comunicación, docente, investigadora y ensayista. Pero advierte que, veinte años después de ese diagnóstico sombrío, el escenario es otro: “Atendiendo a la historia larga en la que hoy son protagonistas los memes y los emojis, no puedo más que pensar que asistimos a distintas maneras de la comunicación. No existe un lenguaje puro sin suponer el uso”, plantea.

Unicode Consortium es la organización sin fines de lucro que se encarga de estandarizar letras y caracteres siguiendo el sistema Unicode. Dentro de esa maquinaria, el Subcomité de Emojis define cómo se representan conceptos relevantes a nivel mundial, busca que sean accesibles, inclusivos y que sigan la conversación coyuntural. Son 3 mil ilustraciones que representan emociones, fenómenos naturales, banderas y personas en diversas etapas de la vida. Así nació un código que compartimos, que cambia y que también da lugar al malentendido: nos acostumbramos a que la jeringa con un poco de sangre goteando corresponde a alguien que recibió la vacuna de coronavirus, a que las manos juntas en posición de orar sirven para dar las gracias y a que cada uno de nuestros interlocutores “ría” o se entristezca con la intensidad del emoji que elija, algo que, después de la explicación de su hija y con un pedido de disculpas mediante –sin emojis-, Susana ya tiene bien claro.

DIBUJOS PARA HABLAR

Las últimas incorporaciones al teclado de dibujos que usamos a diario para comunicarnos fueron el de Papá Noel sin género y un hombre con velo de novia, pero todas las semanas el Subcomité de Emojis recibe pedidos y propuestas desde distintos puntos del mapa que son analizados por un equipo de voluntarios; el proceso de creación de cada uno lleva en promedio dos años. “Aprender un nuevo idioma es realmente difícil y los emojis son como una nueva lengua. Siguen la forma en la que ya nos comunicamos y evoluciona a medida que evolucionamos nosotros. La manera en la que nos comunicamos y nos presentamos cambia, como nosotros”, sostuvo Jennifer Daniel, la primera mujer al frente del Subcomité de Emojis del Consorcio Unicode, en una entrevista publicada por el MIT Technology Review a principio de mes. Daniel es defensora de los emojis inclusivos, se opone a una visión ascética y reconoce que administran un mapa conceptual porque fundan un mundo: “Las imágenes no son apolíticas de ninguna manera. Son políticas. Como por ejemplo los símbolos del baño. ¿Por qué una mujer lleva falda?”.

El análisis dinámico que varios lingüistas encaran sobre el tema reconfirma la penetración decisiva que vienen teniendo estas nuevas herramientas en los intercambios a través de las redes, donde la palabra escrita a veces puede resultar insuficiente para expresar emociones o sensaciones momentáneas que los emojis logran capturar y sugerir, con el plus de una universalidad que les permite ser decodificados por personas de distinta lengua o cultura.

Para Karina Galperín, doctora en Letras por la Universidad de Harvard, profesora y directora de la maestría en Periodismo de la Universidad Torcuato Di Tella, “la conversación en redes tiende a la rapidez, a lo económico, a lo sucinto. La velocidad determina todo”. Eso explica por qué el vuelco a lo no verbal: nos ofrece condensación. “Pero además –agrega-, los intercambios en redes suelen ser informales. La informalidad es el ámbito ideal para que intervenga la gestualidad, el humor y la liviandad; un terreno para que triunfe el lenguaje no verbal”.

Hace tiempo que el campo académico discute si los emojis empobrecen el lenguaje

Tomás Balmaceda, doctor en Filosofía, periodista y docente, es el creador de una versión de “Cuentos de la selva”, de Horacio Quiroga, escrita a medias con emojis. “Jugar y experimentar es la base de lo que me gusta hacer. Y Quiroga escribió ‘Cuentos de la selva’ para sus hijos, para entretenerlos. Ahí pensé: ¿Cómo le escribiría a un niño de hoy? Me armé un código que combinaba emojis y letras y surgió la versión”, cuenta sobre el origen de una idea que le valió algunas críticas: “Se armó una suerte de escándalo. Me decían que deshonraba la memoria de Quiroga o que era un vago. Todavía hoy me lo siguen recriminando por Twitter”. No cree que aquellas repercusiones hayan sido a título personal. “Hay una sobreestimación del alfabeto tradicional, como si fuera sagrado. Las maneras de comunicar son infinitas”, dice.

En la última edición del Congreso de la Lengua realizada hace dos años en Córdoba, el escritor y periodista Martín Caparrós hizo una ponderación positiva de estos recursos bajo el argumento de que los emojis tienen la “ventaja” de la ambigüedad perfecta: “A mí cuando me mandan uno nunca entiendo qué coño me están queriendo decir. Y eso es buenísimo porque entonces puedo pensar que me están diciendo lo que yo quiero que me digan”.

La aparición de memes y emojis supone una reinvención de ideas y de nuevos códigos

¿Es el emoji un elemento que precariza las formas de expresión o su irrupción aporta algún tipo de beneficio? “El emoji no solo agrega emocionalidad a las palabras, sino también la pista para entender que la conversación se lleva a cabo en un escenario distendido, un escenario amigable. Desde mi punto de vista, me parece que enriquecen la comunicación”, señala la lingüista Silvia Ramírez Gelbes, directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.

“La escritura es un código distinto de la oralidad y, en ella, la emoción se manifiesta de modos que no tienen que ver con la entonación. El discurso híbrido –el de las pantallas- repone la ausencia de entonación y de gesto que tiene la oralidad y los aplica a la escritura por distintos medios. Uno de esos medios es el emoji”, explica.

LA EVOLUCIÓN

Los stickers -las imágenes que los usuarios lanzan por WhatsApp como parte de un arsenal personal y curado, diseñadas con una aplicación para cada caso- son la evolución de los emojis y conservan su esencia. “Los seres humanos podemos transmitir muchas cosas en paquetes livianos, como las palabras. Los emojis y los stickers recopilan un montón de sentido que posiblemente se perdería si usáramos la palabra”, sostiene Balmaceda. La gracia de los stickers está, entonces, en la sutileza del gesto: “No creo que banalicen el lenguaje, más bien lo llena de matices. Van directo adonde con palabras no alcanza”.

“Por cuestiones históricas, la escritura había quedado relegada al ámbito formal. Las redes sociales volvieron relevante a la escritura y, desde ese punto, la informalidad ha tomado estado público. Entonces, los emojis funcionan como una corporalidad: los usuarios ponen en juego más recursos para transmitir por escrito lo que podrían decir oralmente. Buscamos reconstruir nuestros cuerpos en la escritura”, analiza el director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas de la Academia Argentina de Letras, Santiago Kalinowski.

En sintonía con esta idea, habría que apuntar que tal vez sea en los memes -esas instalaciones visuales que recurren a la parodia y a la sátira y que se viralizan en las redes hasta agotar su sentido- que el registro de lo informal y la impronta personal alcanzan su mayor esplendor. ¿Entendemos todos los memes? ¿Qué referencias compartimos para poder comunicarnos?

Para Sarchman, la construcción artesanal tiene sentido si hay alguien, del otro lado, que puede hacer algo con esa especificidad. “Las comunidades interpretativas son cada vez más endogámicas –apunta-. Hace rato que el esquema tradicional de comunicación de emisor y receptor no funciona, pero ahora eso se hace más evidente. Hay memes que son como jeroglíficos, solo tienen sentido en contextos específicos. Además, van pasando de moda, son inestables y requieren de un nivel de sutileza que está lejos de un empobrecimiento de la comunicación. En todo caso, deforman y contaminan el lenguaje. ¿Este fenómeno empobrece el lenguaje o lo vuelve más customizado y enriquecido? Diría que depende del contexto. En una monografía no espero memes porque las convenciones todavía importan. Eso no impide que uno acepte que el lenguaje, efectivamente, cambia”.

Un fenómeno de los jóvenes
Si bien el recurso de comunicarse con meses, emojis o stickers abarca hoy por hoy a casi todas las edades, son los jóvenes -sobre todo la generación comprendida por chicos de 12 a 18 años- quienes protagonizan en mayor medida este tipo de vínculos, marcados por la tecnología y las redes sociales.

 

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Los jóvenes son los grandes impulsores del lenguaje con emojis pero no son los únicos y su uso abarca a varias edades / freepik

“No creo que el empobrecimiento léxico sea la causa de la aparición de los emojis ni que la aparición de los emojis sea la causa del empobrecimiento léxico. El emoji funciona para reparar esa ‘carencia’ de gestualidad paraverbal, pero también para resaltar un componente central de la comunicación: la función de establecer el vínculo entre el emisor y el destinatario” Silvia Ramírez Gelbes Lingüista y autora de “El discurso híbrido. Formas de escribir en la web

“​​​​​​​El emoji es como el viejo ideograma egipcio, es un dibujo que dice algo. Eso ya se usó hace tres mil años y tiene la ventaja de la ambigüedad perfecta. A mí cuando me mandan uno nunca entiendo qué coño me están queriendo decir. Y eso es buenísimo porque entonces puedo pensar que me están diciendo lo que yo quiero que me digan” Martín Caparrós Escritor y periodista

“Los emoticones tienen una capacidad comunicativa restringida y puntual, y no me parece que alcancen la dimensión de elementos distorsivos. Tampoco que exhiban una complejidad considerable, salvo la que surge de la eventual ambigüedad de alguno de ellos en relación con el texto o la situación a la que se refieren” José Luis Moure Vicepresidente de la Academia Argentina de Letras

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