Lady Pink, la primera dama del grafiti, feminista y antivandalismo

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Sandra Fabara, más conocida como Lady Pink, es considerada la “primera dama del grafiti”, un mundo dominado por los hombres en el que ha logrado triunfar con potentes obras como las que se muestran en una exposición individual en Miami, en la que homenajea a sus mentores que apoyaron al movimiento feminista.

Nacida en Ecuador y criada en Nueva York, a los 16 años Lady Pink solía escaparse de la casa de sus padres cargando, además de sus aerosoles, un gran cuchillo con el que de forma premeditada se limpiaba las uñas en el metro de Nueva York, antes de saltar a un túnel del subterráneo en donde haría sus primeras obras.

“Eso espantaba a los chicos”, recuerda esta pionera del grafiti cuando repasa sus inicios en 1979.

En aquellos años, menuda y con menos de 45 kilos de peso, se aventuraba en peligrosos barrios en busca de alguna nave industrial donde desplegar sus letras y textos, y en compañía de compañeros y mentores del submundo del grafiti en el que era la única mujer entre miles de hombres.

“El movimiento feminista de los 70 no solo consistió en el empoderamiento a las mujeres sino también en educar a los hombres, a darnos respeto y apoyo”, recalcó.

A muchos de esos que le permitieron desarrollarse hasta ser la artista que es en la actualidad, con una cartera de 20 proyectos en progreso, y con trabajos suyos en las paredes del MoMa de Nueva York o de la Tate Gallery de Londres, Lady Pink les rinde tributo en la primera individual que le dedica el Museo del Grafiti en Miami.

En este museo ubicado en el barrio de Wynwood, en el corazón artístico del sur de Florida y donde además la dama del grafiti ya tiene dos murales, Lady Pink exhibe ahora una selección de coloridos retratos en lienzos, con los que rinde tributo a maestros e íconos como Dondi White, KEL139, Caine One y Doze Green.

En un salón contiguo, lienzos, fotografías y trabajos en papel dejan constancia de una obra cruzada por el activismo a favor de los derechos humanos y el feminismo que, explica, es un ejercicio permanente aún con los “lentos avances” logrados por los actuales movimientos a favor de la mujer.

Lady Pink dio el salto de los trenes y túneles del metro de sus años iniciáticos a los lienzos, en los que volcó su exploración en torno a la figura humana, en concreto a la mujer, que aún está presente en su obra actual, además de su afición por las plantas y animales, un legado de sus primeros años viviendo en el Amazonas.

“Siempre es arte, pero si lo haces en una propiedad que no es tuya entonces es vandalismo”, aseveró. (EFE)

 

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