Tras un nuevo ataque en comedor de Villa Elvira, piden ayuda y seguridad

Se trata de “Pedacito de pan”, situado en 90 entre 1 y 2 y donde se alimentan 49 familias. El lunes, mientras las trabajadoras cocinaban en la vereda, las apedrearon y amenazaron. En dos meses, ya les robaron tres veces

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Rebelándose ante la situación de indigencia que caracteriza a su barrio, hace cinco años Mónica Ríos (47) decidió instalar un comedor comunitario para alimentar a sus vecinos. Actualmente brinda esa asistencia en un predio de 90 entre 1 y 2, a un centenar adultos y menores nucleados en un grupo de 47 familias. Por tal razón, lo que más indigna a la fundadora del merendero “Pedacito de Pan”, es que “los que robaron ahora y en otras ocasiones, son jóvenes que viven en el barrio y que son hermanos de adolescentes a los que alimentamos”.

El lugar sufrió saqueos en tres oportunidades en los últimos dos meses y el lunes pasado un nuevo ataque a las trabajadoras que cocinan para los más necesitados de la vecindad. “Nos tiraron piedras y amenazaron a mí y a tres compañeras que estábamos preparando la comida en la vereda, porque después del último robo no nos quedaron ni los cables para la electricidad”, precisó “Mimí”, como la conocen en el barrio.

Luego de los recurrentes episodios de inseguridad, y preocupada por la integridad física de las colaboradoras, Ríos organizó una reunión con las autoridades para plantear la situación. La misma tuvo lugar ayer por la tarde en el terreno donde funciona el comedero.

“Vino un representante del Ministerio de Seguridad, a quien le contamos lo que pasa. No dijo que van a hacer un pedido, en conjunto con una concejal local, para mejorar la iluminación sobre la calle 90 desde 117 a 3”, relató. También “prometió que iba a trabajar para que haya más presencia policial. Por suerte participaron varios vecinos, unas 20 personas”, agregó. Para Ríos se trató de “una reunión positiva”.

Sin embargo, todavía queda resolver el problema más grave y que, para la mujer, es la causa de lo que sucede en el sector: el consumo de drogas. “Más de una vez hablamos con los padres (de los jóvenes que las atacan) y nos dijeron que en esta zona hay mucha droga y que ellos tampoco pueden controlarlos”.

La realidad que describe Mimí se extiende a otras partes de la Ciudad y a instituciones tales como clubes infantiles o establecimientos educativos, que permanecieron cerrados durante la mayor parte de la cuarentena. En muchos de los casos con repetidos robos y hechos de vandalismo (ver aparte).

“SOLO NOS DEJARON LA POLENTA”

Ríos mencionó que en el lustro de actividad en ese comedor social, ya contabiliza “seis robos. Este último fue el peor de todos, nos hicieron un desastre”. Y detalló al respecto que “entraron de madrugada por un lateral nuestro tras romper el vidrio de una ventana y se llevaron de todo”.

Al respecto, sostuvo que “nos llevaron un televisor que teníamos para los chicos, un ropero, una cocina, mesas, cortinas, una estufa, ollas y un montón de mercadería, que habíamos recibido dos días antes y que seguramente habrán visto cuando las descargaban y vinieron a buscarla”.

Entre los alimentos, detalló, había cajas con “fideos, arroz, polenta, aceite, azúcar y latas de tomate”. Y acotó que “sólo nos dejaron la polenta, se ve que no les debe gustar”.

Ríos, que al momento de llegar este diario al lugar estaba cocinando junto a familiares y allegados, mencionó que habitualmente se brindan allí comidas como “pucheros, guisos, arroz blanco, fideos y pechugas de pollo”, entre otras raciones que incluyen también desayunos y meriendas. Y que los beneficiarios de esa asistencia alimentaria son “desde bebés de seis meses hasta abuelos de diversas edades”.

Citó además que es muy común que vayan personas necesitadas a buscar su comida “en bolsas”.

Disgustada, remarcó, una y otra vez, que “lo que más nos duele es que nos vengan a robar pibes de familias a las que les damos de comer”.

“Pero por suerte, la mayoría de los vecinos nos ayudan a cuidar este comedor y nos avisan cuando ven a gente o movimientos sospechosos, cuando no estamos”, reflejó después.

Enfatizó que “todo acá se hace con mucho esfuerzo” y solicitó que quienes puedan colaborar para reponer al menos algunas de las pertenencias sustraídas, lo comuniquen al (221) 357-3851.

 

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