La “puerta giratoria” viene batiendo récords de inseguridad en La Plata

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La conocida “puerta giratoria” viene batiendo sus tristes récords en La Plata, a través de dos casos de inseguridad registrados en las últimas jornadas que bien podrían formar parte de la Guía Guinness o del “Crease o No” de Ripley. El episodio más grave tuvo como víctima a un kiosquero baleado en un robo en el negocio de calle 54 entre 8 y 9 por un agresor que viene sumando antecedentes penales y un frondoso prontuario desde 1992.

El delincuente, de 48 años de edad, que es conocido por los policías veteranos de la zona por sus frecuentes entradas a las comisarías y cárceles, pudo ser detenido el viernes pasado. Había dejado el penal de Gorina el 3 de septiembre anterior con un régimen de salidas transitorias, pese a que estaba condenado a 20 años de prisión. Como puede verse, pocos días después recayó en el delito e hirió al comerciante que, afortunadamente está fuera de peligro. Cabe señalar que el agresor le disparó dos veces y la bala no salió. Finalmente gatilló una tercera vez y el disparo impactó en la zona baja del abdomen de la víctima.

Pero lo ocurrido anteayer en otro caso policial deja a la vista que la “puerta giratoria”, esa que permite -mediante distintos beneficios procesales y penitenciarios- que los autores de delitos entren y salgan velozmente de las prisiones, aceleró, si se quiere, vertiginosamente en el caso de un joven de 20 años que en el mismo día fue preso dos veces por cometer distintos delitos.

El delincuente fue descubierto luego de saltar los muros perimetrales del hospital San Martín, de calle 1 entre 69 y 70, y a partir de una denuncia logró ser detenido por la policía.

Efectivos del Gabinete Técnico Operativo de la comisaría Novena se presentaron en el lugar y detuvieron al acusado, después de que dos empleados relataron que lo habían visto treparse a los muros para luego perderlo de vista.

Al ser requisado, le secuestraron en su poder plataformas de alumbrado de las conocidas como “tortuguitas”, que estaban instaladas en el área de Higiene de ese centro asistencial, se reportó oficialmente.

Lo notable fue que, una vez que identificaron al aprehendido, los policías no solo constataron que tenía antecedentes, sino que algunos eran extremadamente recientes: ocurre que había recuperado la libertad ese mismo día, tras haber sido detenido en horas de la mañana por personal de la misma comisaría, robando los caños de medidores de gas en el barrio El Mondongo. Y su vez, se investiga la participación del joven en otros robos ocurridos en el mismo hospital.

La inseguridad en la Ciudad es un problema que viene desde hace varias décadas, y que se vio intensificado por una suma de desaciertos institucionales, que abarcaron tanto a la gestión de las fuerzas de seguridad, con permanentes vaivenes sobre sus formas de accionar, como a determinadas normas de la legislación penal de fondo o procesal sancionada en ese lapso, entre otras la que instauró el insano principio de la “puerta giratoria”, la permisividad de otros beneficios carcelarios y los criterios con que se aplicaron fallos judiciales, sin dejar de mencionar la falta de recursos y de debida formación de las fuerzas policiales.

Siempre se ha dicho que el problema de la inseguridad no es exclusivamente policial y penitenciario. El fenómeno de la reincidencia responde a otras causas complejas, que el conjunto de los organismos del Estado debieran analizar a fondo, antes de sancionar leyes y aplicar criterios jurisprudenciales que se vienen mostrando cada vez más ineficaces para enfrentar la inseguridad reinante.

 

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