Una dinámica del sentido

En “El mecanismo”, la poeta argentina activa un procedimiento poético que, dividido en cuatro partes, crece verso tras verso

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Por AUGUSTO MUNARO

El mecanismo, de la poeta Mónica Rosenblum, es un poema de largo aliento dividido en cuatro partes. Como una precisa pieza de relojería, activa un procedimiento, el milagro de la poesía que progresa verso tras verso, entretejiendo una suerte de mantra en torno a una red de significados. La secuencia de las piezas es clave a la hora de dar con el efecto meticulosamente calibrado. Versos derivativos que se encastran causalmente en una cadena de significados expansivos. Entre el azar y la lógica, así se cristaliza la mecánica del poema. La combinatoria hábil de la pluralidad de significaciones y de asociaciones. Combina, transmuta, transita: el encuentro feliz entre palabras, lo que determina el precio de un pensamiento. El poema, esa vacilación prolongada entre el sonido y el sentido.

Como en Mallarmé, en El mecanismo, hay poesía concreta. Versos conscientes de sí mismos, lo que implica una voz que se busca y analiza de modo continuo: “¿el argumento viene antes / o se arma después / cuando vemos la secuencia?”, no hay respuestas, sino regodeo por la exploración. Y la voz pone en manifiesto su avance para así: “indagar / explorar / investigar / reflexionar / acechar / inquirir / denominar”. En Rosenblum, las palabras están perfectamente articuladas, asumidas en su conjunto, que se han vuelto, reguladas, disciplinadas. Jamás rígidas. Poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. Así, en su poesía las sonoridades claras, juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras: “querés conocer el mecanismo / la misión / la omisión / en las puertas / y en los puertos / que se cierran / y desechan / a quienes nada / nadan / ¿flojos de papeles? / lo flojo está en la cuerda / en la locura de la cuerda / y lo callado / y otorgado / es otra forma de la firma”. Imponen, claro está, una resolución sucesiva. Un intercambio constante entre los términos: su función. Rosenblum marca un ritmo, uno donde el murmullo de sus acentos, va aumentando sentido, redoblando la apuesta hacia el cierre del libro. El viaje dado en el poema, entonces, puede interpretarse como una metáfora de la aventura poética. Movimientos graduales, oscilaciones. Visión hacia delante. El poema como fruto de la lucha entre las sensaciones y el lenguaje.

Mónica Rosenblum (1960) nació en La Paz, Bolivia, reside en Argentina desde 1966. Publicó Última piedra (2002); Umbral (2008); Mantra de palo (2011); Verde va con fucsia (2011); El caso peralta o por hache o por bé (2015); y La cuestión del pellejo (2016). Coordina encuentros de escritura y clínicas de obra; coordina el taller literario: La poesía (NO) es para mí y Dorsal: Ciclo de Lecturas. El presente poemario cuenta con una iluminativa contratapa firmada por la poeta Ana Claudia Díaz.

El mecanismo
MÓNICA ROSENBLUM
Editorial: Hemisferio Derecho Ediciones
Páginas: 60
Precio: $ 600

 

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