La caza, el eterno debate en Francia que regresa

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Cécile Feuillatre

Los cazadores saben que protagonizan un tenso debate que siempre se exacerba en período electoral. Aunque su número se reduce -de los 4 millones con permiso, 1,2 millones están activos-, Francia es el país de Europa con mayor número, más que España o Italia.

Todos los aspirantes a la presidencia de Francia, salvo los ecologistas, intentan acercarse a este heterogéneo electorado. El actual mandatario, Emmanuel Macron, redujo de 400 a 200 euros el precio del permiso para cazar.

Su ministro de Transición Ecológica, el conocido presentador de televisión Nicolas Hulot, dimitió en 2018 del gobierno del dirigente liberal, denunciando, entre otros, el peso de los grupos de presión, entre ellos el de los cazadores.

El candidato de Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones (CPNT), defensor de la ruralidad, logró más de 4% de votos en la presidencial de 2012. “Se cuida más a los cazadores, que a los senderistas y a los recolectores de setas, ya que tienen mucho más peso en el debate y están muy bien organizados”, lamenta Guy Hervé, responsable local en Yonne de la Liga de Protección de las Aves.

“Por supuesto que tenemos un peso. Y venderemos nuestra visión de las cosas para 2022”, aseguró recientemente Willy Schraen, el jefe de la Federación Nacional de Cazadores (FNC), apoyándose en la imagen de una Francia rural y tradicional, que busca recuperar a los presidenciables.

El conflicto, recurrente, se ha recrudecido en los últimos años con la importancia creciente de los temas vinculados a la ecología, el bienestar animal y el disfrute de la naturaleza.

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