Niños a los que les cuesta leer: no son “vagos”, podrían padecer dislexia
Edición Impresa | 14 de Noviembre de 2022 | 04:28

Al terminar el segundo grado en una escuela pública de La Plata, Santino, a diferencia de sus compañeros, seguía sin aprender a leer ni escribir. Y aunque la maestra le recomendaba a su mamá que no se pusiera ansiosa, que tal vez le tomara un poco más de tiempo que a los demás, lo cierto es que con el transcurso de los años la situación se agravó. Y es que “al no poder seguir las clases, empezó a atrasarse en todas las áreas, a ser blanco de burla en el aula y a perder todo el entusiasmo que tenía cuando arrancó”, cuenta Analía, su mamá.
Como le pasó a Santino, quien terminó siendo diagnosticado con dislexia cuando tenía 11 años, el desconocimiento de este trastorno en el aprendizaje que persiste en muchas escuelas causa en los chicos que lo sufren un enorme impacto emocional.
“Muchos son catalogados como vagos, lo que afecta su autoestima y profundiza la problemática, cuando un diagnóstico y un tratamiento oportuno podría facilitarles enormemente su escolarización”, sostiene Analía, quien junto a otras madres y padres de niños con dislexia plantea la necesidad de que se capacite más a los docentes para detectarla y haya una mayor conciencia de ella en la comunidad.
Por un trastorno neurobiológico que afecta a cerca del 10 por ciento de la población, los niños con dislexia no logran aprender a leer o lo hacen con gran dificultad. Pero además les cuesta copiar del pizarrón, necesitan siempre más tiempo que el resto para hacer la tarea, no comprenden lo que leen y tienen mala ortografía en general.
Muchos chicos con dislexia son tildados de vagos lo que afecta su autoestima y agrava su situación
Esa falta de precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras escritas y el déficit en las habilidades de decodificación lectora que se manifiestan en los primeros años de la escolaridad terminan incidiendo de manera determinante con el correr de los años en el aprovechamiento de las propuestas educativas. Y es que la atención de los chicos con dislexia está puesta en el reconocimiento de las palabras, lo que deriva en una dificultad para la comprensión de un texto.
“La dislexia es una dificultad en el aprendizaje de la lectoescritura en niños con un coeficiente normal y que fueron expuestos al sistema convencional de enseñanza. Es decir que si un chico no fue escolarizado, por ejemplo, no se puede hacer un diagnóstico”, explica el neurólogo Rodolfo Benavente.
“Si bien es posible detectar algunos signos a edades tempranas, un diagnóstico de dislexia no puede hacerse hasta los 9 años porque hay niños que hasta los 7 u 8 años no tienen una lectura fluida. Pero también sucede que en muchas ocasiones los chicos son tildados de ‘vagos’, o de que nos les interesa la escuela, lo que afecta su autoestima y empeora la condición”, remarca el profesional.
“El sistema educativo no está haciendo demasiado para contribuir a su detección. La ley existe pero los docentes no saben qué hacer si tienen alumnos con dislexia porque no reciben capacitaciones”
Leticia Altuna
Asociación Dislexia
“El problema principal es que en general los chico con dislexia tienen un coeficiente intelectual normal pero no lo pueden utilizar, entonces se frustran, bajan su autoestima y abandonan lo que hacen, entrando en un círculo vicioso”, señala su colega Juan Manuel Ferrer.
Como explica el neurólogo, se trata de un trastorno con un fuerte componente hereditario. “Más del 60% de los chicos con dislexia tiene antecedentes familiares. En el consultorio esto se ve con claridad. Cuando uno indaga los padres suelen decir que ‘a ellos les pasaba lo mismo cuando eran chicos’”, indicó.
Los tratamientos para este trastorno son multidisciplinarios pero en lo que refiere a la escuela, ambos especialistas indicaron que “no requieren cambios curriculares drásticos, sino adaptaciones concretas”.
“Darles más tiempo para que copien del pizarrón, permitirles escribir en imprenta, fraccionar las pruebas en partes, si se evalúan contenido no restar puntaje por la ortografía, son algunos ejemplos de las medidas que se pueden llevar adelante para facilitar el aprendizaje”, menciona Ferrer.
“UN OBSTÁCULO DETERMINANTE”
Para muchas padres y madres de niños con dislexia, la desconocimiento que persiste en las escuelas en torno a este trastorno constituye un obstáculo determinante para su detección.
“El sistema educativo no está haciendo demasiado, la ley existe y muchas provincias adhirieron, pero los docentes no saben qué hacer si tienen alumnos con dislexia, porque no hay capacitaciones”, sostiene Leticia Altuna, desde la asociación civil Dislexia Buenos Aires.
Altuna, que es madre de un niño con esta dificultad neurobiológica, afirma que “el problema más grande es que no hay políticas públicas que hablen del tema y no se visibiliza”. La ley la que se refiere la mamá es la 27.306, que desde hace ya seis años establece Interés Nacional el abordaje integral e interdisciplinario para quienes presentan Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) y dispone como objetivo prioritario garantizar su derecho a la educación.
“La dislexia no es compatible con nuestro sistema educativo, donde el aprendizaje se realiza a través de la escritura. Los chicos con dislexia no logran asimilar ciertos conocimientos por no llegar a su significado”.
Maria Arabetti
Asociación Dislexia y Familia
Aunque la normativa promueve “la formación profesional en su detección temprana, diagnóstico y tratamiento; su difusión y el acceso a las prestaciones”, las familias denuncian que “faltan programas específicos y adecuaciones curriculares que permitan incluir a quienes sufren dislexia, lo que provoca situaciones de discriminación, fracaso escolar y daños en la autoestima de esos chicos, que se podrían evitar”
“Si un chico es diagnosticado a tiempo, en primer grado, se lo puede llevar a una psicopedagoga que lo entrene y cuando termina la primaria ya tiene su dislexia nivelada sin perjudicarlo en nada. Pero como es una dificultad invisible, porque físicamente no tiene ningún rasgo, se hace difícil detectarla, lo que genera un daño emocional”.
“El principal problema que presenta la dislexia es que no es compatible con nuestro sistema educativo, ya que todos los aprendizajes se realizan a través de la escritura y, por lo tanto, no pueden asimilar ciertos conocimientos por no llegar a su significado a través de la lectura”, coincide en señalar María Arabetti, presidenta de la Asociación de Dislexia y Familia (DisFam) en Argentina.
“Ponen tanto esfuezo en entender las palabras que se agotan y pierden la concentración”
De esta forma, las niñas y niños con dislexia “deben poner tanto esfuerzo en las tareas que tienden a fatigarse, a perder concentración, a distraerse”, lo que suele interpretarse como “falta de interés sin comprender el sobreesfuerzo diario que realizan”, asegura Arabetti.
Más allá del sistema educativo, para Altuna se necesita también “facilitar y flexibilizar al sistema de salud también para que se reintegre a los psicopedagogos neurocognitivos que no están en cartillas de obras sociales porque muchos no son especialistas y diagnostican mal”.
Desde la Asociación Civil Dislexia Buenos Aires manifestaron además la existencia de casos en los que niños y niñas con dislexia no pueden acceder a las coberturas debido a que las y los consideran como personas con “enfermedades preexistentes”.
Frente a estos episodios, desde el Observatorio de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Defensoría del Pueblo de la Provincia destacaron exhortaron a obras sociales y prepagas al cumplimento efectivo de la ley.
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