La limpieza de la Ciudad también depende de la actitud de los vecinos

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Una vez más se conocieron protestas por la presencia de pequeños basurales en los barrios y en la periferia platense, algunos de ellos muy extensos, convertidos no sólo en endémicas amenazas sanitarias sino, al mismo tiempo, en una negativa demostración de falta de limpieza urbana. Muchos de ellos, como se sabe, terminan derivando en quemas a cielo abierto a partir de incendios intencionales o espontáneos.

Al mismo tiempo volvieron a formularse reclamos por la falta de higiene que se advierte en muchas cuadras del casco céntrico, con veredas que exhiben una suerte de reguero de residuos arrojados, sin que los frentistas o, llegado el caso, la Municipalidad, se ocupen de devolverle un mínimo de higiene a esos lugares de uso público.

La situación que lamentablemente viene desde hace muchos años, con proliferación de bolsas de residuos amontonadas en cualquier lugar, arrojadas por personas que, por lo visto, carecen de responsabilidad social, se ve acentuada también por la falta de contenedores y por las deficiencias puntuales en el servicio de recolección de residuos.

Un simple recorrido por todo el distrito, permite comprobar que el problema se presenta en la mayoría de los barrios y localidades platenses. Además de bolsas de basuras y de todo tipo de desechos, se pueden ver montañas de ramas, de troncos y hojarasca acumulados en esquinas o paseos públicos, convertidas también en receptáculos de todo tipo de residuos. Cada uno de esos basurales son testimonios de la indisciplina de muchos pobladores que los arrojan, a la vez que exponen la negligencia de la Municipalidad en su condición de responsable de la limpieza urbana.

En esos microbasurales esquineros se advierte que la exposición a restos de materia orgánica implica la aparición de riesgos en la salud. Por lo general, esos basurales crónicos contienen todo tipo de desperdicios domiciliarios, además de plásticos, vidrios, latas, y hasta restos de enseres. Esas acumulaciones atraen roedores e insectos que se convierten, así, en literales transmisores de enfermedades a los seres humanos. No faltan tampoco muebles desvencijados o artefactos viejos, como cocinas oxidadas, con los riesgos que todo ello implica.

Siempre se ha dicho que, entre las fallas de la educación escolar, debe incluirse la de no impartir en los más jóvenes conocimientos sobre las normas de convivencia social, que hacen a comportamientos prudentes en la vía pública y al respeto debido a las reglas de higiene. No es extraño, entonces, que muchas personas arrojen basura en cualquier esquina o en los frentes de otros vecinos.

Sin dejar de lado que la responsabilidad última le incumbe al poder público –que también debiera concientizar a la población con campañas esclarecedoras- aquí se ha dicho muchas veces que el tema involucra a la conducta ciudadana. Y que los propios platenses tienen un alto grado de compromiso en el mantenimiento de la Ciudad limpia. Incorporar hábitos que contribuyan a no ensuciar el espacio que es de todos, es una clave importante para garantizar la limpieza y una mejor calidad de vida urbana.

 

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