Argentina supo ganar y acalló las críticas tras Países Bajos

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La clasificación del seleccionado a la final del próximo domingo no tuvo polémicas. La victoria ante Croacia no solamente careció de atenuantes, sino que tampoco tuvo aristas conflictivas.

Queda claro que el partido frente a Países Bajos y la reacción final de los jugadores argentinos no fue el delirio de un grupo de pendencieros que “picaron” la definición del partido. Fue un verdadero clásico que nada tuvo que envidiarle a los partidos que definen cosas en esta parte del mundo. Fue una noche de Libertadores en Qatar, sin culpables ni inocentes.

En tiempos de espíritus demasiados sensibles, se pierde de vista de que esto es simplemente fútbol. Y no es el título del viejo programa de Quique Wolff, sino una realidad que las palabras no alcanzan a englobar verdaderamente.

Alguna vez, Arrigo Sacchi dijo que “el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida”. Y más allá fue un viejo entrenador del Liverpool, Bill Shankly al decir que “el fútbol no es una cuestión de vida o muerte; es algo mucho más importante”. Y en esas distintas líneas argumentales, el fútbol ya no es tan simple, es la vida para mucha gente. Más, en un Mundial. ¿Saben qué no es el fútbol? Un modelo de diplomacia al estilo ONU.

Durante mucho tiempo el rugby tuvo una suerte de máxima, un “deporte de bestias jugado por caballeros”. Y, como contrapartida, ciertos teóricos antifútbol establecieron la frase inversa, “el fútbol es un deporte de caballeros jugado por bestias”. No es real. Es un deporte que se juega con pasión y dejando la piel en la cancha; con el corazón y dejando el alma en las tribunas. Por eso, tal vez como pocas veces en los últimos años, hay una mancomunión entre los que juegan y los que sufren en las tribunas. Todos, absolutamente todos, detrás de un sueño: ver a Lionel Messi con las copa en alto el domingo 18.

Lo había dicho Lionel Scaloni en la previa del partido: “Hay que desterrar esta idea de que no sabemos ganar”. Tras un partido con 18 tarjetas mostradas por el español Antonio Mateu Lahoz, en Europa (especialmente desde España) apuntaron a los modos de los argentinos, rememorando el “Animals” que nació en en ‘66 con la expulsión de Antonio Rattín. Perdieron de vista que en tres de los cinco partidos con más amonestados de la historia de los mundiales, el cartelito de uno de los equipos decía “Netherlands”...

En el fútbol, hay equipos que caen simpáticos hasta que empiezan a ganar. Y hay rivalidades mal entendidas. Otros, en cambio, son más leales: en Inglaterra, gran enemigo pero tierra de Vinnie Jones y unos cuantos bad boys, nadie se horrorizó por lo que vio el viernes pasado.

Argentina sabe perder. Por eso los hinchas cantan en Doha y en cualquier rincón del país “las finales que perdimos cuántos años las lloré”. Argentina sabe ganar. Quedó demostrado ante Croacia. Con respeto, especialomente para ese enorme jugador llamado Luka Modric, no hubo una pisada, una gambeta, una palabra de más. Porque partidos son partidos. Países Bajos y Croacia. Distintos. Inolvidables. Y un sueño ahí, cerquita.

 

Qatar2022

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