Por una ciudad menos hostil con quienes sufren desigualdades físicas

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Opinión Editorial

La necesidad de despejar las múltiples barreras arquitectónicas existentes, el respeto a los derechos, el reconocimiento de conquistas laborales y la sanción por parte del Estado de leyes y cuadros normativos que permitan una vida más autónoma e independiente a quienes sufren desigualdades físicas, formaron parte de los reclamos presentados en nuestra ciudad, al conmemorarse del denominado Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

La jornada, que se reflejó en una movilización en la plaza San Martín, fue organizada por entidades como Relavin, Asociación Azul, Icopar, Nuba y Comunidad Diversa y se diagramó originalmente para que la columna desfilara frente a la Municipalidad, la Casa de Gobierno y la Legislatura, -instituciones a las que buscaría llevar el mensaje- pero, por el impacto del rigor climático, se optó por circunscribirla a distintos puntos de la mencionada plaza de nuestra ciudad.

En ese contexto, se dio a conocer un petitorio dirigido a la presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense, requiriéndose la adopción diferentes iniciativas. Entre ellas se mencionó la pronta sanción de una ley de Asistencia Personal; el cumplimiento del cupo laboral del 4 por ciento para la administración pública y la inclusión laboral en el empleo privado.

Asimismo, se pidió la disponibilidad de medios de transporte accesibles, que le permita a los desiguales físicos el traslado a centros educativos, a sus trabajos, a centros de salud, espacios de recreación y otros lugares. También hubo un reclamo de pensiones del IPS por montos dignos, con valores, al menos, equivalentes al de un salario mínimo.

La implementación de una formación docente que contemple aspectos propios de la educación inclusiva, un más fácil acceso a la información y comunicación y otra serie de medidas tendientes a garantizar una plena igualdad de condiciones, también formaron parte del petitorio presentado.

En suma, el reclamo del conjunto de organizaciones no gubernamentales destinado a despejar las múltiples barreras arquitectónicas, ordenar el tránsito y adoptar otras medidas que conviertan a nuestra ciudad en un escenario menos hostil con los adultos mayores, se compadece con criterios urbanísticos de avanzada. Pero, al mismo tiempo, incluye y enfoca la realidad que implica el crecimiento de las expectativas de vida, con la presencia de cada vez un mayor número de personas de edad avanzada que participan de la dinámica cotidiana.

Es verdad que en las últimas décadas se han experimentado avances muy importantes en muchas ciudades del mundo, en lo que se refiere a una mayor atención hacia los desiguales físicos y a personas de edad avanzada. En ellas se pueden ponderar mejoras múltiples, que se advierten no sólo en el mobiliario urbano sino en los medios de transporte y lugares públicos.

Mientras tanto, a pesar de los reclamos y de los periódicos llamados de atención, tanto en la nuestra como en casi todas las ciudades grandes del país se ha progresado muy poco en esta materia. Es de esperar, entonces, que, sobre la base de principios culturales que se van asentando en la sociedad, el Estado se ponga a tono con una tendencia que apunta a facilitar la existencia a personas con dificultades físicas o mayores de edad.

 

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