Un tratamiento ensayado con éxito en otras pandemias

La terapia con plasma convaleciente no es ciertamente un tratamiennuevo. Fue ensayado con éxito durante otras pandemias, incluso en la primera del siglo XX, por gripe, en 1918, con resultados exitosos.

Desarrollado por el medico argentino Julio Maiztegui para atacar cuadros de fiebre hemorrágica, el plasma de convaleciente se convirtió con el surgimiento del COVID en una de las mayores apuestas de nuestro país para tratar a pacientes en estado crítico por esta enfermedad.

Para entender el tratamiento, primero es importante saber qué es lo que hace especial al plasma contenido en nuestra sangre. Se trata del líquido de aspecto amarillento en el cual se encuentran glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas y otros componentes de la sangre.

El plasma contiene agua, sales, anticuerpos y otras proteínas y usualmente se utiliza en terapias para personas con deficiencias del sistema inmune, otras enfermedades o quemaduras.

Los expertos también le llaman “terapia de anticuerpos pasiva”, porque en vez de esperar a que el organismo de la persona infectada cree sus propios anticuerpos -que es lo que sucede después que recibimos una vacuna- los recibe a través de una transfusión, con el plasma de una persona recuperada de la misma enfermedad, en este caso, con coronavirus.

Cuando se le saca plasma a una persona convaleciente, las células se le reintegran al paciente dador y sólo se extrae el líquido que las contiene. Si el dador estuvo enfermo y se confirma que desarrolló anticuerpos, éstos serán los que protegerán al paciente al cual se le administran. El dador mantiene las células y la capacidad de seguir produciendo anticuerpos.

Una vez que la persona enferma se recupera, a través de los anticuerpos neutralizantes que recibió porque bloquean la capacidad de invasión de los virus a otras células, estos anticuerpos con el tiempo desaparecen. En general cuando se administran estos anticuerpos el efecto dura 30-40 días