La venta ilegal se diversifica y ya se montan verdulerías en las veredas

Además de los manteros que ofrecen indumentaria, anteojos y marroquinería, proliferan los puestos de frutas y verduras

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Laura Romoli

lromoli@eldia.com

Dos agentes municipales conversan en un recreo recostándose sobre la pared de un maxikiosco, mientras los transeúntes de una ciudad que ya comenzó febrero apuran el paso en una y otra dirección de las veredas de la Avenida 7. Lo hacen esquivando carteles, carritos, macetas y, sobre todo, los puestos de venta de mercadería ilegal que proliferan y diversifican sus rubros, desde indumentaria hasta la oferta de frutas y verduras. Pero los inspectores de Control Ciudadano son del área de Tránsito y, entonces, no intervienen en el tema y se integran con naturalidad al paisaje de un centro comercial cada vez más caótico.

“La Ciudad está tomada, está conurbanizada. Esto es mucho más profundo que un fenómeno que perjudica sólo a los comerciantes formales, sino que afecta a los vecinos en todos los sentidos de la convivencia”, le dice a EL DIA el presidente del centro de Calle 8, Guillermo Salvioli, cansado de quejarse, como sus pares de los otros centros comerciales, y ya obviando el golpe económico que la pandemia le dio al sector.

Los manteros se apostan sobre la 7 y la 8, y también, en la plaza Italia y sobre la avenida 53; sobre la calle 12 y el Parque Saavedra. “No pasa como en Buenos Aires, donde es de forma mucho más furtiva. En La Plata se instalan con comodidad, sin temor a ser interrumpidos”, insiste Salvioli.

A la izquierda, la entrada de Carrefour, a la derecha también se venden duraznos, peras, bananas y uvas que se exhiben expuestos en tablas montadas sobre caballetes o cajones prolijamente apilados, junto a los carteles con los precios.

Sólo en la vereda oeste de 7 entre 47 y 48 las verdulerías clandestinas son tres. Los puesteros llegan a media mañana y se van antes de las 18. Dejan cajas, cajones y cartelería acomodada junto a los árboles y el mobiliario urbano, así es más cómodo regresar al otro día.

Sostienen los comerciantes que muchos de ellos no son de la Ciudad. “Bajan del tren, porque en sus lugares de origen no los dejan vender y acá, que es tierra de nadie, lo pueden hacer”, cuentan.

A los puestos de venta de frutas los intercalan los de anteojos, buzos, ojotas y anteojos. En la esquina de la 47 el despliegue de mochilas y carteras copa las baldozas de la ochava, a metros de una zapatería que también ofrece bolsos en sus vidrieras.

Consultado por este diario, el Municipio afirmó que “no va a convalidar la instalación y permanencia de la economía informal en el espacio público”. E indicó que planea realizar operativos solicitando apoyo de la Policía de la Provincia porque “los agentes de Control Ciudadano solos no pueden” afrontarlo.

“Hablé con el Intendente (Julio Garro) hace unos días y no me lo ha solicitado. Tampoco he recibido hasta ahora ninguna nota al respecto”, confirmó ayer a este diario el subsecretario de Participación Ciudadana del ministerio de Seguridad bonaerense, Pablo Fernández.

La consolidación de esta práctica se extiende en el resto de los centros comerciales y en la Plaza Italia, donde por las mañanas camionetas se estacionan para bajar la ropa que se ofrecerá sobre manteles durante buena parte de la jornada.

¿Y el predio que la Comuna instaló en 80 y 134 para relocalizar a los manteros, en un acuerdo por dejar el centro? “No funcionó”, dicen y repiten en los comercios. El lugar, con puestos para la venta de mercadería, está abierto, pero, sostienen desde el Ejecutivo municipal, “los puesteros no quieren ir”. También añaden: “Hicimos una presentación en la Justicia por la existencia de una red mafiosa que somete a trata de personas a unos 200 senegaleses pero la causa no avanzó”.

En una sola cuadra se pueden contar tres puestos ilegales de venta de frutas

 

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