Cuatro horas atrapado y un ruego a Dios
Edición Impresa | 21 de Febrero de 2022 | 02:23

A Leonardo Sarmiento (40), que quedó atrapado durante cuatro horas entre fierros y personas vivas y fallecidas, los recuerdos “dolorosos” aún lo atormentan “todos los días”. Ese día, como todos los anteriores, había tomado el tren de la línea Sarmiento desde El Palomar, apremiado por llegar a una changa de plomería que tenía en el centro porteño.
Para ganar tiempo, se había acercado al primer vagón del Chapa 16 cuando éste chocó, ese 22 de febrero de 2012, contra los paragolpes de contención de la plataforma 2 de la estación de Once.
Por el impacto, el segundo vagón se encimó y tragó parte del primero y los pasajeros, entre ellos Leonardo, salieron despedidos de un lado al otro del tren.
A partir de ese momento, él se convirtió en una imagen que resumiría el horror de la tragedia. De su cintura para arriba, su torso se asomaba por una de las ventanillas; de su cintura hasta los pies, su cuerpo permanecía inmóvil atrapado entre los fierros del ferroviario y pasajeros vivos y muertos.
El sobreviviente recordó: “Estuve casi cuatro horas atrapado esperando que me saquen y fue bastante doloroso por todas las cosas que vi, los fallecidos, la gente que pedía auxilio, que todavía hoy lo tengo en mi cabeza”.
Tras permanecer unos minutos inconsciente, Leonardo despertó y se encontró con los rostros horrorizados de las personas que acudían en auxilio de las víctimas. “A medida que pasaba el tiempo y sentía más dolor le pedía a Dios que me lleve o que me saquen rápido, no aguantaba el dolor de estar ahí aprisionado sin poder moverme”, contó.
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