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Por JULIETA SAULO (*)

Que te midan la panza, te pesen, ver ecografías inentendibles apretando los dientes implorando internamente para que todo “esté bien” y recibir el reto mensual de parte del obstetra estrella de las redes sociales al que esperar más de tres horas en la sala de espera para que te atienda en 5 minutos y te rete de manera sistemática por haber subido de peso más de lo esperado. Eso para muchas de nosotras es transitar un embarazo “normal”.

Con respecto al parto la lógica es la misma: cero cuestionamiento, entrega absoluta al médico, al sistema, al universo y al cauce lógico de los nueve meses de embarazo que finalizarán, “si todo sale bien” con un título rimbombante: Madre. Mamá. Mami. Mamita.

Recuerdo haber tenido sólo una certeza durante el nacimiento de mi primera hija: Iba a parir. Y esa certeza estaba anclada en el discurso de mi madre. Siendo la mayor de cinco hermanos, me transmitió de manera orgánica y natural que “parir se pare”, sin más ni menos.

Cuando ingresé a la clínica de Barrio Norte con mis 26 años recién cumplidos, mi bolso de Mini Mimo lleno de ropa blanca diminuta y un montón de ilusiones me di cuenta que el escenario era un poco más complejo. Parir se pare, claro, el tema es que te permitan hacerlo.

Desde hace años el tema se pone en agenda durante el mes de Mayo a través de la Semana Mundial del Parto Respetado. Este año el lema elegido es “El respeto por las necesidades de la madre y su bebé en cualquier situación”. Desde mi lugar como profesional que trabaja la temática desde distintos espacios, y a través de distintos dispositivos, considero urgente que los lemas rimbombantes se traduzcan en políticas públicas que le cambien la realidad a las mujeres y los niños y las niñas.

Parimos dentro de un sistema médico dominante que poco sabe de fisiología y en muchísimos casos patologiza, interviene, estandariza y violenta un momento único: el nacimiento de nuestros hijos e hijas.

Y lo hacemos de esa manera a pesar de tener una ley de parto respetado que es pionera a nivel mundial y que estipula infinidad de derechos, como por ejemplo que:

• Podemos estar acompañadas durante todo el proceso.

• Tenemos libertad de movimiento y podemos elegir la posición en la que queremos parir.

• Tenemos derecho a estar informadas durante todo el proceso.

• Contacto inmediato entre la madre y él o la bebé.

En muchos casos, las salas de parto se transforman en un campo de batalla donde nos mandan a pelear desarmadas y teniendo todas las de perder. A pesar de todo y todos recordá siempre que: el parto es tuyo. Y que sea respetado no es una opción, es un derecho.

 

(*) Psicóloga Social, Puericultora y doula. Directora del área de los Servicios de Puericultura de ACADP. Acompaña a mujeres en etapa de gestación, puerperio y crianza. Creadora de la comunidad @puerperioatr.

 

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