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Información General |Historias en ladrillos

La esquina platense que refleja cuatro épocas, con el cruce de edificios bien distintos

Separados por unos cuantos pasos, identifican las etapas de la arquitectura de la Ciudad. La vieja botica que se volvió bar, una cúpula misteriosa, las pérgolas en la terraza y una planta libre en las alturas

La esquina platense que refleja cuatro épocas, con el cruce de edificios bien distintos

El edificio más antiguo es el más bajo de los cuatro. Pertenece a la etapa fundacional de la Ciudad / demian alday

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

12 de Junio de 2022 | 03:16
Edición impresa

La pátina de la rutina persiste en cubrir a las costumbres y a las cosas más preciosas, hasta hacerlas invisibles. ¿Cuántas veces pasamos por una misma esquina en lo que llevamos viviendo o pisando una ciudad? Y en cuántas, de todas esas veces, nos dimos el tiempo de parar, mirar y preguntarnos desde cuándo es así y por qué.

Entre el ruido y el movimiento que lo definen durante buena parte del día, cuatro edificios coronan el cruce de la avenida 7 con la calle 55. ¿Qué tiene eso de particular? Que cada uno de ellos pertenece a un tiempo distinto en la historia de la arquitectura platense y que podemos dar cuenta de esa evolución observándolos en el sentido de las agujas del reloj.

Empezando con la propiedad más baja, que mira hacia el sur, fue diseñada por los hermanos Emilio y Atilio Giacobbe y representa a la etapa fundacional de la Ciudad, enmarcada entre los años 1882 y 1930. “Es arquitectura italianizante”, cuenta la arquitecta Marcela Nacarate, una apasionada investigadora de la historia del patrimonio local, sin pasar por alto que los Giacobbe “trabajaron con Reinaldo Olivieri, un constructor italiano que entre 1890 y 1900 hizo muchas casas en La Plata”.

“Desarrollada en dos niveles, presenta elementos ornamentales típicos del período clásico de la arquitectura fundacional. En el local de la esquina funcionó durante muchos años la Farmacia Zorich y hasta antes de la pandemia había un bar que conservó en su interior todos los elementos originales de madera, como mostrador y estanterías, de la antigua farmacia”, apunta Nacarate.

Muchos de los clientes del bar “Esquina San Juan”, testigo mudo de infinidad de “roscas políticas” recuerdan lo mismo: “Hasta último momento conservó todo el mobiliario de la vieja botica; tanto el mostrador, como los estantes hasta el techo. Lo único que utilizaban eran los cajoncitos. El resto todo de madera, todo original”.

El local está actualmente en alquiler. “Ojalá que no saquen nada de las maravillas que hay adentro”, reflexiona Marcela, segura de que para resguardarlo deberían declararlo “Bar Notable”, medida que sirve de paraguas de protección para muchas edificaciones porteñas.

Hasta la década de 1930 resaltaron en La Plata dos tipos bien definidos de construcciones: “La casa chorizo y los ‘palacetes’ y ‘cottages’, que en la década de 1910 devinieron distributivamente petit hoteles, mostrando una variedad de lenguajes que iban del Luis XVI al NeoTudor”, explicaron en un trabajo reciente los arquitectos Eduardo Gentile y Ana Ottavianelli, puntualizando que “la producción de este corpus estuvo a cargo en su mayor parte de ingenieros (Antonio U. Vilar, Juan Urrutia, Julio Barrios) -a lo que se suman figuras formadas como artistas plásticos, con especiales dotes para la arquitectura como es el caso de Reinaldo Olivieri y constructores idóneos en el segundo (los hermanos Giacobbe, Carlos Maggi, etc.)”. No está de más recordar que el departamento de Arquitectura de la UNLP se creó recién en 1952.

Con espectaculares molduras que resaltan en la altura de su fachada, la edificación de la antigua botica es la más baja de las cuatro. No fue una decisión caprichosa. Tiene que ver con que desde la sanción de la ordenanza del 4 de noviembre de 1882 la Ciudad estuvo regulada con normas de alturas máximas y mínimas de los edificios que se levantaban en el casco fundacional, las cuales incluían cornisas en “en un mismo nivel” y un orden “uniforme de arquitectura”. El objetivo era claro: conseguir una imagen urbana de construcción armónica y un mismo lenguaje.

Ya en las primeras décadas del siglo XX comenzó a cobrar fuerza el cuestionamiento a la construcción en baja altura, sobre todo en la edificación particular, que se resentía por “falta de relieve cuando se trata de las grandes plazas y avenidas”, explicaban por entonces.

PREMIOS Y BENEFICIOS IMPOSITIVOS

En julio de 1911 el Comisionado Municipal Luis María Doyhenard elevaba al Poder Ejecutivo provincial un proyecto de decreto para impulsar una “edificación de altos” que “condiga con el ancho de las avenidas y la extensión de las grandes plazas”, de manera tal que la ciudad de La Plata presentara una “estructura esbelta, tanto en su aspecto de conjunto como de detalle” para impresionar “imponiéndose por su aire de grandeza al espectador”. El decreto fijaba, también, premios y beneficios impositivos a los propietarios que terminaran sus obras en el término de dos años, además de medalla de oro “al primero que edifique en los parajes” citados y un pergamino de honor para el segundo galardonado.

De esta época es el edificio ubicado justo enfrente, difícil de pasar desapercibido por la espectacular cúpula que lo remata. En la fachada se observa, grabado, el año 1910. “Esta obra es ecléctica y tiene elementos del renacimiento italiano, sobre todo en su base, y del academicismo francés en su parte alta”, apunta Marcela Nacarate, convencida de que el ejercicio de mirarla “en todos sus detalles ornamentales” la confirma como “una joyita de la arquitectura”. La reciente puesta en valor de esta fachada resaltó la espectacularidad de la cúpula, sobre todo de noche, cuando iluminada luce todavía más bella. En la planta baja de la edificación funcionó hasta hace algunos años una perfumería muy conocida, reemplazada ahora por un negocio de indumentaria de montaña y equipos off road. Al primer piso se accede por dos entradas con escaleras ubicadas sobre la calle 55.

La llamada “tradición moderna” tuvo sus primeras expresiones en la Ciudad en la década de 1930, a través de casas de alquiler, particulares y entidades como clubes deportivos o el ACA, en las cuales “se hibridaron las tipologías preexistentes, discretamente renovadas, con un lenguaje formal más próximo en general a la glamorosa serie de obras destinadas a la alta burguesía proyectadas por Mallet Stevens o la sensual tersura de algunos edificios de Scharoun o Mendelssohn que de los rigores racionalistas de la Nueva Objetividad”, explican en su publicación Gentile y Ottavianelli.

De esta época atravesada por el estilo racionalista es el tercer edificio, situado del otro lado de la avenida -al norte-, que fue diseñado por el ingeniero Julio Barrios. Nacarate es quizás una de las voces más autorizadas para hablar de este profesional nacido en 1897, ya que al investigar sobre su obra la arquitecta descubrió que sería responsable de unas 1700 construcciones en La Plata, distintas localidades de la provincia de Buenos Aires y CABA. Para Nacarate, más allá del aporte que hizo Barrios al desarrollo arquitectónico local, el mérito principal radica en que “un solo profesional pudo desarrollar tres estilos diferentes”.

“Si ustedes sacan la cuenta del período en el que él desarrolló su actividad profesional durante cincuenta años, son tres obras por mes. ¿Qué arquitecto o ingeniero de la construcción logra semejante récord en cualquier época que sea? No es solo el mérito de la producción, sino de la pasión de dejar este legado en la Ciudad y poder transmitirlo”, resalta Nacarate. En la planta baja de ese edificio de seis niveles, con balcones curvilíneos y pérgolas en la terraza, funciona actualmente, un negocio de artículos electrónicos y computación. En los pisos superiores, departamentos.

EL MOVIMIENTO MODERNO

En la última esquina, la del oeste, se levanta un exponente del Movimiento Moderno y clara influencia de la obra de Le Corbusier, una torre diseñada por el arquitecto Tulio Fornari. Es la edificación más alta de las cuatro que esta crónica puso bajo análisis, en la que destacan la planta libre, entre el local que da a la calle (actualmente una ferretería), y las viviendas de los pisos superiores. En el primer nivel hay oficinas.

“La década de 1950 puede ser considerada en el plano de la arquitectura a nivel local el lapso en el que se produjo el quiebre final de lo que ha dado en llamarse la ‘tradición clásica’ y la emergencia de lo que Harold Rosenberg denominó ‘la tradición de lo nuevo’, que se instalaría desde entonces de modo hegemónico y sin dar lugar al retorno de la primera. La ‘tradición clásica’ no solo fue el modus operandi hegemónico de los arquitectos activos en Argentina hasta entonces (tanto los formados en el extranjero como los locales), sino además constituyó el ‘sentido común’ con el que ingenieros y maestros mayores de obras abordaban el proyecto”, definieron los autores del documento “vulnerabilidad del patrimonio moderno” en La Plata.

Para Nacarate, otro dato a destacar en ese cruce de calles y de estilos es el encuentro o confluencia de dos tipos de construcciones: “La del inmigrante italiano que traía su oficio artesanal y su conocimiento de Europa, y las de los nuevos profesionales, tanto ingenieros como los posteriormente arquitectos formados en la UNLP”.

La Escuela de Arquitectura dependiente de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la UNLP comenzó a funcionar en 1952 con una didáctica resueltamente pro modera, aunque esa es otra historia entre las muchísimas que esconde el patrimonio de una ciudad que vale la pena mirar.

En 1911 se impulsó la “edificación de altos”, para dar a la Ciudad una estructura esbelta

En la esquina confluyen el oficio de los inmigrantes y el saber de los nuevos profesionales

El bar que ocupó el local de la vieja farmacia mantuvo intacto el mobiliario de madera

 

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El edificio más antiguo es el más bajo de los cuatro. Pertenece a la etapa fundacional de la Ciudad / demian alday

Estilo racionalista en esta torre de balcones curvilíneos / Demian alday

El movimiento moderno en la torre más alta, con influencia de la obra de Le Corbusier / Demian alday

El edificio “de la cúpula” es de 1910. Ecléctico, reúne elementos del neoclasicismo italiano y el academicismo francés / Demian Alday

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