Ni las plegarias frenan al delito: una jubilada sufrió un asalto cuando rezaba
Edición Impresa | 7 de Junio de 2022 | 03:11

Un disgusto de “proporciones bíblicas” sufrió el pasado domingo por la madrugada una jubilada de Altos de San Lorenzo cuando se encontraba rezando para, entre otros pedidos, “Dios la protegiera de la delincuencia”.
Un grupo de al menos tres delincuentes armados y encapuchados ingresó en su vivienda ubicada en calle 30 entre 73 y 74 tras vulnerar todas las medidas de seguridad instaladas y perpetró un feroz golpe.
La situación terminó con una persecución policial y, con un enfrentamiento a tiros, que mantuvo en vilo a los vecinos de la zona durante varias horas.
Los ladrones no escatimaron en violencia y provocaron serios destrozos en la casa para poder cumplir con su objetivo: apoderarse de todo lo asequible y fácilmente transportable que pudieran encontrar.
Según lo que contó la damnificada a este diario, el brutal episodio delincuencial comenzó a fraguarse a principios de la semana pasada con dos episodios de inseguridad que no llegaron a concretarse, pero que la dejaron en un desesperante estado de alerta.
Primero recibió una llamada telefónica en la que le advertían que tenían secuestrada a su hija y que debía entregar todos sus ahorros si la quería volver a ver con vida.
Incluso le hicieron escuchar el llanto de una mujer que pedía a gritos que “no la dejara morir”.
Magdalena (79) estuvo a punto de “pisar el palito”. Pero además de las frases genéricas que lanzaba la supuesta víctima, un detalle terminó siendo determinante para que decidiera colgar el teléfono.
“La mujer no decía nada concreto. Por la voz me di cuenta de que no era mi hija y les corté. Después hablé con ella”, relató la jubilada.
Dos días después, una joven que la visita frecuentemente detectó la presencia de un sujeto en la vereda de enfrente. “Estaba observando la casa y en un momento se cruzó. Vimos que venía directo a la puerta así que encendimos la luz y se terminó yendo”, explicó.
La propia víctima hizo un especial énfasis en estas dos situaciones, ya que está convencida de que terminaron repercutiendo en su rutina diaria.
Magdalena cre que el escenario de miedo e insomnio en el que quedó sumida tuvo una fuerte incidencia en el duro momento que le tocó vivir el domingo por la madrugada.
Inmersa en una profunda sensación de temor por la posibilidad de que pudiera sufrir un asalto, la mujer decidió reforzar las medidas de seguridad de su casa.
Mientras aguardaba la instalación de cámaras y alarma, apeló a todas las armas que tenía a su alcance. Al alambre de púas que había colocado tiempo atrás en un portón le sumó las luces internas y la televisión encendidas día y noche para dar a entender que la casa no estaba sola.
Y como creyente también evocó la ayuda divina redoblando su tiempo de oración. Justamente fue durante un rezo que fue sorprendida por los ladrones. Según contó la víctima, estaba terminando “un segundo Rosario” cuando los tres intrusos irrumpieron en su pieza.
La mujer todavía no se explica cómo no se percató del ingreso de estos sujetos. Sospecha que mientras rezaba pudo haberse quedado dormida.
Quizás en ese momento los asaltabtes lograron cortar el alambre de púa y las rejas de una habitación sin que ella lo notara.
“Venía de varios días de preocupación y angustia y el cuerpo me pasó la cuenta. Ni las plegarias pudieron detener a estos malvados”, expuso la mujer con sus ojos visiblemente húmedos.
Tras la irrupción los sujetos le advirtieron con armas en sus manos que no dudarían en “pegarle un tiro en la frente si gritaba”. Luego, mientras uno la “custodiaba”, los restantes comenzaron a revolver y romper todo a su paso.
Fue así que lograron dar con un alhajero y con un “rollito de dinero”, que estaba juntando para ayudar a su hija con la refacción de su casa.
Visiblemente conmovida, la mujer, que prefirió no precisar el monto de plata que se llevaron, confesó el dolor que siente por la pérdida de tres anillos: su alianza y la de su difunto esposo y un “delicado hilo de oro” que había heredado de su mamá.
“Es lo que más me duele. No te puedo explicar la angustia que se siente, porque no eran joyas. Eran recuerdos muy especiales”, remarcó.
Como se indicó, este episodio terminó con una balacera. Es que cuando los sujetos se encontraban abandonando la casa por la puerta principal fueron vistos por efectivos, que se encontraba patrullando la zona.
Los delincuentes abandonaron la escena raudamente en un Ford Ginetic y cuando fueron alcanzados por el patrullero realizaron dos detonaciones. Una impactó contra el coche policial y la restante fue a dar a la pared de un vecino. Tras una serie de maniobras evasivas, lograron que les perdieran el rastro.
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