Pensar la escuela hoy

Edición Impresa

Ana García Munitis

Vicedirectora del Colegio Nacional Rafael Hernández de la UNLP

En los complejos tiempos que corren, la escuela se ha convertido en una especie de malabarista que debe jugar con numerosas variables -muchas de ellas en delicado equilibrio-.

Si es posible que la pandemia haya dejado algo positivo, tal vez sea haber puesto en evidencia lo imprescindible de la escuela, que se construye en la presencialidad.

Ahora bien, puestos a pensar en la transición de un nivel educativo a otro, la repitencia (en el caso del ingreso a la escuela media) y la deserción en los primeros años de la educación superior –aunque este fenómeno alcanza a la Secundaria cada vez con mayor frecuencia- constituyen desafíos para quienes pensamos la educación hoy.

Las políticas de retención de los estudiantes en las escuelas han demostrado no ser suficientes.

El ingreso a la educación superior constituye un desafío que no podemos desatender. Pero no es el único. El paso de la Primaria a la Secundaria también supone un esfuerzo cada vez mayor para nuestros estudiantes. Es por eso que para mejorar las trayectorias deben ofrecerse dispositivos de articulación que permitan a los jóvenes lograr un mejor aprendizaje así como también buscar el fortalecimiento pedagógico de las propuestas de enseñanza y de articulación que permitirá mejorar la transición entre niveles. La articulación implica un proceso de cambio de una situación a otra que resulta más dificultosa cuanto más abrupto sea este tránsito entre niveles. Muchos estudiantes no alcanzan a comprender cabalmente cómo funciona la Universidad ni qué se espera de ellos.

De ahí que al hablar de articulación entre escuela secundaria y Universidad, la mirada debería estar colocada tanto en el pasaje de un nivel a otro como en los aprendizajes que los alumnos necesitan para verse fortalecidos y transitar con éxito el nivel siguiente.

Es necesario ser consciente de que la Universidad es un lugar nuevo, con otra cultura institucional, que representa nuevos desafíos y exige competencias que se pueden apuntalar antes de que el alumno comience a cursar sus estudios superiores. Trabajar con este objetivo supone tener en cuenta dos aspectos: por un lado, la organización de los tiempos de estudio y, por el otro, la construcción de estrategias de lectura, escritura y comprensión que les permitan no solo un mejor rendimiento a la hora de estudiar sino también dar cuenta de lo aprendido. Ambos aspectos son procesos que sólo pueden ser construidos si existe acompañamiento y acciones planificadas en este sentido así como un sólido andamiaje que comience en la Primaria y se vaya fortaleciendo y enriqueciendo en la Secundaria.

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