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Deportes |El campeón del mundo argentino, murió a los 87 años después de una larga batalla contra el Alzheimer

Horacio Accavallo, una historia de superación y perseverancia

Fue cartonero, malabarista callejero y payaso hasta que en 1966 obtuvo el cinturón de la categoría Mosca de la Asociación Mundial de Boxeo

Horacio Accavallo, una historia de superación y perseverancia

horacio acavallo hizo tres defensas del título mosca de la amb / web

15 de Septiembre de 2022 | 02:52
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Después de una larga batalla contra el Alzheimer, murió a los 87 años Horacio Accavallo, quien fue el segundo campeón del mundo que tuvo la Argentina en boxeo, después de Pascualito Pérez. Sin embargo, su legado de esfuerzo y perseverancia vivirá para siempre, ya que “Roquiño” -como lo apodaban- no sólo fue uno de los máximos exponentes del pugilismo nacional, sino que además se abrió camino en la vida de manera humilde trabajando como cartonero y saltimbanqui hasta coronarse en la divisional Mosca de la AMB.

Accavallo nació en seno de una familia humilde de la localidad de Villa Diamante, una zona muy pobre de Lanús. Hijo de inmigrantes italianos, subsistían a base de lo que podían rescatar entre los basurales de la Quema. Sus primeros trabajos fueron en sintonía con la humildad que lo marcó desde chico: botellero, cartonero, hasta malabarista y payaso. Todo, para sobrevivir y luchar por su sueño.

A la par, en el campo amateur creció a pasos agigantados y llegó a ser profesional en 1956. Dos años más tarde, partió hacia Italia para desarrollar su carrera y mejorar como boxeador. A su regreso, emprendió la tarea de ser campeón mundial de la categoría Mosca, tal como lo había sido el mendocino Pascual Pérez. Así, su cita con el destino llegó el 1 de marzo de 1966 cuando venció a Katsuyoshi Takayama, en Tokio, para coronarse como campeón mundial de dicha categoria en el marco de la Asociación Mundial de Boxeo. Dicho cinturón fue defendido por Horacio Accavallo con éxito en tres ocasiones: dos ante el japonés Hiroyuki Ebihara y una ante el mexicano Efrén Torres.

Dos años después, llegó su retiro, con el cinturón de campeón mundial bajo su tutela. Lejos de quedarse en los laureles, aquellos aprendizajes de sus primeros trabajos cuando se la rebuscaba como payaso o vendedor ambulante volvieron a salir a flote, junto con su gran carisma. Accavallo se mantuvo en el centro de la escena aún sin pelear y a la par de nombres que estaban en actividad como Carlos Monzón o Nicolino Locche. Estableció su marca personal de indumentaria deportiva, con varios locales por la ciudad de Buenos Aires y hasta tuvo participaciones televisivas con el mítico cómico Pepe Biondi.

En una entrevista con el periodistas Julio Ernesto Vila, Accavallo rememoró su infancia humilde y no solo no renegó de la misma, sino que aseguró que, de no haber sido por eso, no se hubiese dedicado al boxeo. “Imaginate si en vez de tener que cirujear por ahí toda mi infancia, hubiera tenido a mi mamá que me llevara al colegio con aquel moñito azul de nuestros tiempos. Me habría dedicado a los negocios, que es lo que al final hice”, respondió.

Por su parte, su hijo Horacio se refirió al sacrificio y trabajo de su padre como el mayor logro de su carrera, al mismo tiempo en que describió ese gen del rebusque que siempre estuvo presente en su padre, todavía cuando peleaba arriba del ring. “Creo que el logro más importante que tuvo fue haber podido salir adelante a base de sacrificio y construirse un porvenir. Él siempre lo dijo: ama el boxeo, pero lo buscó como un medio para ganar dinero. Y supo aprovecharlo. Lo vio como un negocio. Él mismo vendía sus entradas, hacía el boca a boca y se manejaba las publicidades”.

Durante los últimos años de su vida, Accavallo luchó contra el Alzheimer y murió justo en la madrugada del Día del Boxeador Argentino, fecha que conmemora la pelea de Luis Ángel Firpo ante Jack Dempsey, en 1923. Sin embargo, su legado vivirá por siempre, no sólo por lo hecho arriba del ring, sino también por su historia personal de superación y perseverancia.

Horacio Accavallo obtuvo el título mundial en Tokio, tras vencer al púgil local Takayama

 

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