Es insoportable vivir sin agua y ver que hay pérdidas por todos lados
Edición Impresa | 13 de Enero de 2023 | 02:27

Como el calor, el calvario de vivir sin agua corriente no afloja en distintos barrios de la Región. Mientras se informa de obras en marcha o por ejecutarse, los vecinos siguen poniendo el grito en el cielo por carecer de un servicio esencial. “Se consigue más en el desierto”, disparó un usuario de Los Hornos una de las zonas más afectadas.
En muchas zonas, se denuncia que ya de las canillas no sale ni aire, “como si en lugar de estar en una casa estuvieran en un médano o un desierto”, graficó un vecino y añadió que como si se tratara de una burla, hay calles convertidas en “coladores” por donde se escurre el caudal.
Vecinos de 528, entre 140 y 141 descubrieron hace un tiempo que en la esquina de 141 se rompió un caño de distribución.
Pese a que dieron el parte de la rotura en Absa -la empresa estatal prestataria del servicio- para que “haga lo que tiene que hacer”, aún no se arregló.
“Hace semanas que no tenemos agua, ya no sabemos de qué manera explicar que es inhumano vivir de esta manera”, sostiene una vecina.
El problema no es exclusivo de esa zona, ya que en 154, entre 59 y 60 los vecinos que también atraviesan la “sequía” afirman que lo único que consiguen de Absa es que les tomen el reclamo. “Nos siguen dando números, pero no vienen a arreglar nada. Ya hace 8 días de la falta total de agua”, se escucha.
Otro vecino de ese barrio agrega que antes de la última semana también estuvieron afectados por la escasez, ya que en los mejores momentos de abastecimiento sólo lograban un hilo de agua y por la madrugada.
“Necesitamos que solucionen nuestro reclamo”, dice Silvia Quatrini, vecina de esa zona.
No es diferente el panorama en calle 79 entre 5 y 6, Villa Elvira.
Los vecinos relatan que van a bañarse a casa de familiares. Además, están obligados a comprar agua para tomar y cocinar.
“No hay agua ni para lo más indispensable, ya estamos cansados de llamar a Absa”, dice una vecina que está particularmente preocupada por lo complicado que es para los adultos mayores pasar varias jornadas sin agua.
El ruego de una mujer de 83 años
En ese sentido, ayer se conoció el problema de Elsa Murúa, una mujer de 83 años que es jubilada y vive en 524 bis entre 14 y 15. Es una de las tantas platenses que este verano sufre la escasez de agua en su hogar.
Su caso, sin embargo, conlleva un drama particular debido a su edad. Tras estar más de 72 horas sin servicio exclama: “Que Dios me dé paciencia para ir tolerando todo esto”.
La usuaria grafica que la falta de ese elemento esencial transformó su vida cotidiana en un calvario. “No tenemos agua para lavar una papa, una lechuga, un tomate. No podemos cocinar. No podemos ir al baño para hacer nuestras necesidades. No podemos limpiar ni higienizarnos”, lamenta.
Con una lista interminable de las cosas que no puede hacer por la falta de agua, agrega: “Tengo 83 años, y pronto cumpliré 84. No me puedo movilizar demasiado. Me tengo que ir a bañar a otros lugares. No puedo andar yendo de un lugar a otro porque tengo mis complicaciones de salud”.
La vecina afirma que en Absa les dijeron que estaban realizando tareas de mantenimiento que finalizarían ayer por la noche. “En cualquier caso, no pueden hacer eso en verano, lo tienen que hacer en invierno. De todas formas ya son varios días sin servicio. Esperemos que se solucione”, añade la vecina.
Por otro lado, Jesús Ocampo, usuario de 50 y 154, Los Hornos, cuenta que “tenemos un hilo de agua, es mínimo el suministro, desde diciembre”. Y agrega que “en los últimos días que hizo mucho calor, el problema se agravó porque los cortes fueron totales”.
“Hoy ya no sale agua. No sabemos qué hacer, a dónde reclamar. A Absa hemos llamado pero no pasó nada”, afirma.
En ambos casos, los vecinos reclaman “que las autoridades políticas escuchen a los vecinos que no tenemos agua y hagan algo por la mejora de este servicio que es fundamental”.
En otro sector, en Villa Progreso, Berisso, María Alejandra relata que lleva mas de un mes con las canillas secas. Eso la obliga a dedicar parte de su presupuesto a la compra de bidones de agua.
Paradójicamente, en Villa Castells bautizaron a la zona de 494 y 12 como un estero, a raíz de la vegetación que creció en torno a una pérdida. Algo similar se observa en 50 y 118, en el Bosque, espacio en el que pese a algunos arreglos de Absa la pérdidas sigue “explotando”.
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