¿Nos ayudará Mama Antula?

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Por fin Argentina tiene una santa. Ya era hora. El santoral sin duda se ha reforzado con la incorporación de Mama Antula, una santiagueña que ojalá nos ponga cerca de ese milagro que tanto necesitamos. Su consagración quizá logre ayudar a los que llegan en diciembre a este país convaleciente de incertidumbres. Massa viene monitoreando como ministro un enfermo con mucha fiebre y pocos remedios. Pero el otro curandero no da garantías y encima le declaró la guerra al Vaticano, justo cuando santificaba a una santiagueña que puede dar esperanza al escrutinio.

Mama Antula, que había aprendido, desde su creencia y su valiente empuje, a lidiar con diablos, se fue haciendo famosa concediendo alivio a quienes la invocaban y le rogaban. Y, según lo que dice el Vaticano, lo que está probado es que en 1904 sanó a una monja que estaba desahuciada, cuando el faltante de remedios era peor que la escasez de estos días.

Nacida en 1730 en Silipica, Santiago del Estero, y fundadora en Buenos Aires de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, Mama Antula falleció el 7 de marzo de 1799 en la capital. Lo que ella viene haciendo sin saberlo es una especie de exorcismo invertido y sanador que, en vez de sacarte demonios de adentro, te llena el cuerpo de ángeles curadores. Hay testimonios recientes que avalan su fama sanadora. Como la de ese jefe de familia que al borde de la muerte, para asombro de los médicos, contó ante las cámaras, que rezándole a Mamá Altuna pudo volver a casa.

Todos aspiran a que la santa criolla recién recibida logre irradiar sus poderes gestionándole alguna bendición a este cielo patrio que anduvo acechado por pestes que van y vienen, que no logra ordenarse y que siempre anda penando por algún más allá benevolente o por un más acá seguro y confiable.

El Vaticano estuvo chequeando los milagros de esta santiagueña cuyas chacareras sanadoras se siguen bailando al compás de la fe. Hay testimonios de diversas épocas que ponen a prueba un poder beatífico sin fecha de vencimiento y que habla de su don curativo frente a esos casos extremos, cuando la medicina baja los brazos y sólo se anuncia la muerte.

Tras la aprobación de más de un milagro atribuido a su intercesión, el Vaticano anunció que canonizará a la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, quien a inicios del año que viene se convertiría así en la primera santa de un país que ha producido a gran escala demonios de diversa categoría.

La Agencia Informativa Católica de Argentina (AICA) destacó que “en los albores de la Patria - cuando aún el territorio formaba parte del virreinato del Perú- una mujer laica, vestida con ropa de varón (un hábito jesuita), puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre. La futura santa -agregan- desafió así las convenciones de la sociedad colonial y fue “la mujer más rebelde de su tiempo”, desafiando a su padre al avisarle que no se casaría ni sería monja”.

El poder milagroso demuestra que todo aquello en que interviene el alma suele ser cosa del cuerpo. Las santas suelen ser el portavoz celestial de un poder cargado de misterios que al parecer se afirma sólo en la oración y que se encarga de los enfermos graves con una medicación que sólo receta altas dosis de fe.

El satanismo está alcanzando en esta tierra un considerable desarrollo y no viene nada mal que la nueva santa se sume al menguante ejército de los que tratan de hacer el bien. Que haya logrado este título cuando un papa argentino estaba a cargo del poder máximo de la Iglesia, es solo una coincidencia que quizá estaba latente cuando esta mujer, nacida en pagos de sequía, empezó a sentir que las lágrimas de sus pobladores regaban su temprana vocación.

Un país, que se desgasta en anhelos, aguarda que esta santificación sea un buen augurio. ¿Por qué no probar, pues, acudiendo a Mama Antula, a ver si nos provee algunos ministros solventes, que puedan librarnos de tantos diablitos que andan dando vueltas?

Ojalá Mama Antula nos ponga cerca de ese milagro que tanto necesitamos

Un país, que se desgasta en anhelos, aguarda que esta santificación sea un buen augurio

Mama Antula

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