El delito continúa desbocado: feroz robo a cargo de un tropel de ladrones
Edición Impresa | 16 de Diciembre de 2023 | 03:49

La amarga experiencia que le tocó vivir en las últimas horas a un hombre de 47 años en la casa en la que trabaja como cuidador, en Abasto, volvió a confirmar que el denominado cordón hortícola continúa siendo un verdadero coto de caza para la delincuencia.
En especial para aquellos que emplean la inoxidable modalidad que en la jerga urbana se ha hecho conocer como “polichorros”, bandas de al menos cuatro personas que, con ropas oscuras, armas semi automáticas y “códigos” para policiales, causan estragos en las viviendas de los productores.
Cada año, con la llegada de la temporada estival, estos hampones, irrumpen en la escena policial platense con feroces asaltos comandos.
No se trata de una mera casualidad. Esta fiebre de despiadados hechos de inseguridad coincide, en cierta medida, con los cobros de las cosechas.
Es por ello que la violenta secuencia ocurrida en las últimas horas volvió a abonar la desesperanza en estos labradores quienes, luego de varios años de suplicios, ya están convencidos de que por más recaudos que se tomen y reclamos que se hagan, al menos en el corto plazo, no se vislumbra que la delincuencia vaya a retroceder ni un ápice.
Durante la feroz entradera cometida el pasado jueves sufrieron pérdidas materiales tanto el trabajador como el dueño de la estancia.
Aunque, a raíz de que el propietario no se encontraba en esta morada, el que se llevó la peor parte fue el cuidador ya que debió soportar el brutal escarnio de los hampones.
Producto de las graves amenazas perpetradas por los ladrones el hombre quedó inmerso en un profundo estado de shock
No es para menos ya que de un momento a otro pasó de la apacibilidad del campo a la irrefrenable vorágine del delito: inmovilizado por completo, amenazado de muerte y apuntado por cinco armas de fuego.
Según pudo averiguar este diario, el hecho tuvo lugar alrededor de las 21, cuando después de una extenuante jornada laboral la víctima se encontraba arreando a un tropel de caballos a los establos de la finca ubicada en 472, entre Ruta 36 y 197.
Tanto el cansancio acumulado durante todo el día como el trote de los animales y la oscuridad se confabularon para que el hombre no alcanzara a advertir el vendaval de violencia que lo aguardaba.
Lo concreto es que, tras guardar a los animales, se dirigió a la puerta de su casa. Justo cuando estaba por poner la llave fue abordado por 5 impiadosos delincuentes, que se encontraban agazapados en el jardín.
Ni tiempo le dieron para que al menos pudiera enfrentarlos. Retornar al establo para montar algún ejemplar equino y huir a todo galope en busca de ayuda hubiese sido una posibilidad para este hombre de no haber sido porque luego de ser reducido por dos sujetos, terminó atado de pies y manos.
Tras forzarlo a abrir la puerta, uno de los individuos comenzó a interrogarlo, mientras los restantes registraban su modesto hogar.
Luego de dar vuelta todo y de hallar una magra cantidad de dinero, “el líder del clan” fue claro y conciso con respecto a lo que pretendía. “Dame las llaves de la casa principal o te quemo. El palo no es para vos. Lamentablemente te cruzaste”, expresó el “jefe” de una banda que según lo que describió el damnificado, tenía marcadas características de un grupo comando: cadena de mando, delegación, aplicación de tácticas y armamento.
Ante la amenaza extrema del delincuente, al hombre no le quedó otra opción que entregar las llaves tanto de su camioneta, una Fiorino, y de la casa de su empleador.
Tras esta escena, la víctima tuvo el que, muy probablemente, haya sido el momento más aterrador de su vida. “¿Tiene alarma? Porque si llega a sonar una alarma te vuelo la cabeza”, dijo el ladrón más violento. El hombre no recordaba si la casa poseía algún tipo de dispositivo de seguridad. Así que no pudo responder la pregunta.
Con un arma apoyada en la cabeza el hombre presenció con total desesperación cómo el jefe de la banda ponía la llave en la cerradura, daba vueltas la llave y separaba la puerta del dintel. Luego de algunos segundos de espera, al fin pudo respirar cuando ni él ni sus captores oyeron señal sonora alguna.
Luego los sujetos vaciaron la casa. Entre los objetos que se llevaron figura una caja fuerte de 1,7 metros de altura y 60 de ancho. Lo que había en el interior de este cofre es un enigma ya que el propietario de la misma aún no se ha presentado a detallar la lista de objetos robados. Todo el botín fue cargado al utilitario Fiat y se dieron a la fuga.
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