Deficiencias en los hospitales públicos, que deben recuperar su excelencia

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Numerosos testimonios con el sustento de varias fotografías dejaron expuestas en una nota publicada ayer en este diario las graves deficiencias edilicias que atraviesa el Hospital San Roque de Gonnet, cuya prestación sanitaria se extiende más allá de nuestra zona ya que atrae la presencia de numerosos pacientes que llegan desde el Gran Buenos Aires y otros distritos.

Puertas dañadas con cerraduras rotas y “aseguradas” mediante precarias sogas; diversos sectores –inclusive muchas de las piezas que albergan a pacientes- en malas condiciones de mantenimiento, con duchas que no funcionan; techos afectados por manchones de humedad, de los que se desprenden trozos de mampostería; cañerías de desagüe rotas al igual que canillas, llaves de luz y ventanas; instalaciones eléctricas con peligrosos cables cortados y al aire, forman parte de las anomalías que presenta el edificio.

Los reclamos de pacientes y vecinos también apuntaron al hecho de que diversas paredes de los pasillos, pabellones y otras dependencias se encuentran ya despintadas, exhibiendo un panorama de dejadez impropio de un centro de salud.

Más de este caso particular, no es la primera vez que se conocen datos acerca de los serios problemas estructurales y funcionales que padecen algunos de los principales hospitales públicos de nuestra ciudad, que, en contraste, se destacaron en décadas pasadas por la excelencia de sus recursos materiales y desde luego que humanos, convertidos la mayoría de ellos durante muchas décadas en modelos de gestión hospitalaria y en centros de derivación de pacientes que llegaban desde toda la Provincia.

Desde luego que un largo proceso de declinación, que se inició hace treinta o más años modificó radicalmente esa realidad. Y fueron desde entonces infructuosos los reclamos, los abrazos simbólicos de esos centros de salud, los persistentes reclamos formulados por entidades médicas y por los propios profesionales y auxiliares que prestan servicios en ellos.

Está claro que la falta de inversiones en mejoras estructurales, especialmente en las últimas décadas, constituye una clara omisión por parte de las sucesivas administraciones de salud bonaerense. La ausencia de recursos presupuestarios, ya no para construir hospitales nuevos -tal como alguna vez hizo la Provincia -tanto en cantidad como en calidad suficientes- sino, al menos, para garantizar el mínimo equipamiento y mantenimiento, así como cubrir las reparaciones urgentes, han llevado las cosas a un grado de déficit funcional verdaderamente desalentador.

Es de esperar, entonces, que no sólo se superen primeramente las contingencias que surgen por la falta coyuntural de recursos imprescindibles para garantizar un debido funcionamiento, sino que se le dé impulso al sostenimiento de políticas sanitarias acordes a los antecedentes y al servicio que deben seguir prestando estos referentes de la salud en la Provincia.

 

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