No tienen perdón: una iglesia de Villa Alba, azotada por el delito

En una iglesia de la comunidad evangélica que está ubicada en el barrio Villa Alba, todavía se lamentaban por el vandálico escruche ocurrido el miércoles, que ayer, apenas dos días después, se repitió en el lugar un episodio prácticamente calcado.

La indignación es total entre los responsables del templo en cuestión “Comunidad de la Gracia”, que está en Ruta 11 entre 606 y 607, y los fieles que concurren allí todas las semanas.

A tal punto, que el pastor de esta iglesia, Elía Piñeyro (73), puso ayer el acento en señalar que “hace más de 20 años que está acá el templo y de los 7 robos que hubo hasta el momento en todo este tiempo, 2 se produjeron en las últimas 48 horas”.

Esta seguidilla delictiva terminó de convencer a quienes están a cargo de la iglesia, sobre la imperiosa necesidad de adoptar mecanismos de prevención de ilícitos y cuanto antes.

“La idea es hacer instalar por ejemplo un sistema de alarma”, reveló el pastor a EL DIA.

Sin embargo, no descartó que se opte inclusive por “cámaras de seguridad y rollos de alambre donde está el paredón de 3 metros que hicimos construir en su momento, para dificultar el acceso a la iglesia por un lateral”.

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“SALTARON EL MURO”

El religioso precisó después que fue precisamente por ese paredón que los delincuentes llegaron hasta el interior de la iglesia.

“Saltaron el muro -en la madrugada de ayer- y enseguida comenzaron a revisar todo. Seguramente que buscaban principalmente dinero, pero acá nunca dejamos plata”, consignó.

Sobre el escruche de ayer, informó que “doblaron en su parte baja una puerta de chapa reforzada que compramos y pasaron por abajo, lo cual nos hace presumir que podrían tratarse de menores de edad de la zona”.

“Nos robaron un ventilador y un dispenser con un bidón de agua. Y al llegar al baño, palanquearon la puerta, le arrancaron el picaporte y lo tiraron al piso. Pero en otra ocasión, nos llevaron sanitarios”, reflejó Piñeyro.

Con relación al hecho de inseguridad ocurrido el miércoles, también durante la madrugada, enumeró que “sustrajeron 4 micrófonos inalámbricos, parte del equipo de sonido y por el fondo externo del templo robaron una bomba de agua, que cuesta más de 50.000 pesos”.

El pastor se mostró extrañado debido a que dentro de la iglesia “había además una guitarra acústica, un bajo y una batería de percusión. Pero nada de eso se llevaron”.

“ESTA VEZ HICIMOS LA DENUNCIA”

Por otra parte, mencionó que “si bien el miércoles, luego del robo que sufrimos, no nos acercamos a la comisaría de Villa Ponsati a radicar la denuncia, esta vez decidimos cumplir con ese trámite”.

Lamentó que “estos pibes no quedaron filmados”, registro que suele resultar vital al momento de identificar a los ladrones”.

De todas maneras, indicó que “estamos ahora esperando a que venga la Policía Científica, cosa que después podamos empezar a acomodar el desorden grande que nos dejaron”.

Asimismo, el pastor Piñeyro recordó que “hace rato que no nos entraban a robar, aunque ahora tuvimos dos robos seguidos”. Tanto él como los demás integrantes de esa comunidad en la zona, abrigan la esperanza de que esa mala racha finalice con este último caso.

Lejos de formular una acusación directa, el diácono igualmente aludió a que “en la esquina de la cuadra de esta iglesia, acostumbran juntarse muchachos de edades que van desde los 15 hasta los 30 años, en su mayoría. Justo donde hay un santuario del Gauchito Gil”.

Pero en ese barrio, según lo que dejaron trascender algunos vecinos, hay quienes sospechan de que ese grupo podría estar vinculado a algunos robos en el lugar.

“TOMAMOS ALGUNOS RECAUDOS”

El pastor Piñeyro consignó seguidamente que “ante los episodios delictivos, ya tomamos algunos recaudos”.

Puntualizó al respecto que “ya reforzamos ventanas de vidrio que estaban cubiertas por rejas de escaso espesor. Hemos colocado una reja bien fuerte y por eso en este último robo no pudieron meterse por ahí, donde hay un salón de 10 por 10 metros”, rescató.

Pero a su vez, señaló que “hay otras medidas que vamos a tomar para intentar prevenir robos”.

Los delincuentes saltaron un paredón para llegar al interior y se llevaron hasta una bomba de agua

En ese aspecto, expuso que “tenemos hierros que nos quedaron del momento en que se hicieron otras obras y contamos con un soldador dispuesto a colaborar con las reparaciones que tengamos que hacer”.

Puso como ejemplo que “queremos recurrir a hierros y ladrillos para dotar de más seguridad al sector donde nos robaron ahora la bomba de agua”.

El religioso, inclusive, aludió a que la iglesia que viene siendo objeto de robos y vandalismo “tiene 22 metros de largo por 9 metros de ancho”.

Y cerró: “tenemos reuniones de culto los domingos, martes y viernes, a las 19”. Simultáneamente, destacó que “en la planta alta del templo, hay un salón grande donde enseñamos a leer la Biblia”.