Los cines se cansan de los superhéroes: y ahora, ¿quién podrá rescatarnos?

Desde los westerns a la comedia romántica, todos los géneros cinematográficos atraviesan ciclos. Hay un momento de auge, quizás por una serie de buenas películas, quizás por un espíritu de época, y entonces los estudios salen a inundar el mercado con propuestas similares. La sobreabundancia y repetición de fórmulas genera aburrimiento, cansancio en la audiencia. Y la tendencia cambia. El cine de superhéroes, que para muchos salvó a las salas cinematográficas con su masiva convocatoria, pareciera encontrarse atravesando esta última etapa: la fatiga superheroica parece estar entre nosotros, amenazando con hacer estallar la burbuja taquillera que rescató a la pantalla grande.

Los números hablan. Desde la pandemia, entre las cinco películas más vistas de cada año, solo una correspondió al género superheroico, a pesar de que continuaron sus múltiples lanzamientos a cargo de varios estudios. Este año son dos, hasta aquí, las representantes del género entre las más vistas: “Guardianes de la Galaxia Vol. 3” y “Ant-Man: Quantumania”. Sin embargo, se espera que al menos la tercera entrega del hombre hormiga sea reemplazada rápidamente por los tanques hollywoodenses que se avecinan en estas vacaciones. En Argentina, “Ant-Man” no figura entre las cinco más vistas; y si bien “Guardianes de la Galaxia” consiguió superar esta semana el millón de espectadores desde su estreno, “Rápidos y furiosos 10” la alcanzó en apenas cuatro días, en los que vendió casi 750 mil entradas, convocando al 72% de la concurrencia total y superando a “Super Mario” como el mejor arranque del año.

“Guardianes” es además apenas la cima de la pirámide: debajo de ella han quedado varias películas de Marvel y DC, realizadas por cientos de millones de dólares y de mediocre rendimiento en la taquilla. Como ocurriera con el agotamiento de “Star Wars”, los estudios ya están intentando reducir riesgos, recortando proyectos (Warner se prepara para un nuevo reinicio de su franquicia superheroica y canceló la película de “Batichica” a medio camino; Marvel fue eje de sorpresivas renuncias y despidos en los últimos meses entre sus ejecutivos, incluida la platense Victoria Alonso) o enviando producciones a la pantalla chica.

Algunos sostienen, de todos modos, que se trata de un panorama exagerado, y apuntan que las y los seguidores de esta oferta difícilmente pierdan su fidelidad y el interés por ver lo nuevo de su saga favorita. Y si bien se comprueba que el cine de superhéroes está muy lejos de quedar en el olvido, las señales de que su excelente salud ya no es tal empiezan a aparecer con mayor claridad que nunca.

A modo ilustrativo: en el caso de Marvel, mientras que 6 de las 11 películas que conformaron su aclamada Fase 3 (2016-2019) atravesaron la meta de los mil millones de dólares en recaudación, sólo una de la etapa siguiente (”Spider-Man: Sin camino a casa”, de 2021) repitió el logro.

Desde entonces, y sin ignorar que estas expectativas cambiaron profundamente desde la irrupción de la pandemia, que obligó a las salas a cerrar sus puertas durante meses y meses, cada lanzamiento del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), apurado por recuperar el tiempo perdido, no consiguió transformarse en un todo un evento global como sus antecesoras. Para colmo, tras una década y media de producciones, ha perdido de su plantilla a los héroes más populares, y les han quedado otros sin el mismo magnetismo, desde el mencionado Ant-Man a Pantera Negra o la olvidada Capitana Marvel.

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Y mucho peor le va a DC, que pertenece a Warner. En respuesta a las victorias de su competidora de la casa Disney, intentó desde 2013 construir su propio universo cinematográfico. Sin embargo, tonos incoherentes y un desorden general en el armado de su proyecto atentaron contra el triunfo de íconos como Superman, Batman y sus aliados de la Liga de la Justicia. En la taquilla no les fue mal, pero los fans odiaron buena parte de los intentos de Warner, que dio un golpe de timón creativo tras otro intentando enderezar el barco.

PRESENTE DE DESILUSIONES

A pesar de partir de diferentes escalones, los esfuerzos de ambas marcas se enfrentan ahora a un cuadro poco alentador y a la realidad de que nada dura para siempre. Así, el reflejo en ventas de esta “fatiga” puede rastrearse a 2021, con los desilusionantes resultados que obtuvo Marvel con “Black Widow”, con casi 380 millones de taquilla; “Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos”, con 432 millones; y “Eternals”, apenas superando los 400 millones. Más cerca, la pésimamente recibida “Black Adam”, de DC y con el protagónico de Dwayne Johnson, sólo embolsó 224 millones a su favor. Películas, además, olvidadas, poco comentadas en las redes sociales que alimentan buena parte dle fenómeno.

Las últimas apuestas de ambos estudios, que todavía están en cartel, tampoco le dieron un alivio a las productoras: “Ant-Man and the Wasp: Quantumania”, estrenada en febrero pasado como la inauguración de la Fase 5 del UCM -en la que tiene su debut oficial Kang el Conquistador, el flamante villano de la saga que reemplaza al memorable Thanos-, recaudó hasta ahora 470 millones de dólares. Exactamente un mes después fue el turno para su rival con “¡Shazam! La furia de los dioses”, por ahora con casi 56 millones en su haber que no parecen tener mucho envión detrás. Por supuesto, son producciones que costaron bastante más.

El agotamiento es inevitable. No ayuda la repetición de fórmulas (los villanos descartables, los rayos azules en el cielo, los chistes en pleno combate, las escenas de acción gomosas animadas por computadora). Tampoco lo complejas que se han vuelto algunas tramas multiversales, que requieren del visionado de decenas de series y películas antes de cada estreno y alienan al público general al mostrar batallas de superhéroes en múltiples universos imposibles, psicodélicos, cuánticos, sin el riesgo y la implicación emocional de lo real. Si los ciclos se miden en etapas, tras el comienzo del fenómeno y la era dorada del cine superheroico, parecemos estar frente a la decadencia de un género que se dobla cada vez más sobre sí mismo.

Frente a este círculo vicioso, superpoblado y ya extendido al formato televisivo, que trabaja para entusiasmar por lo que vendrá más que para darle una conclusión propia y satisfactoria a cada entrega, los responsables de las franquicias se mueven entre la negación y la aceptación. Kevin Feige, titular de Marvel Studios desde 2007, es un gran escéptico sobre el posible agotamiento, a sabiendas de que tiene bajo la manga dos promisorios tanques como “Los 4 Fantásticos” y los “X-Men” para sumar al cóctel y expandir los límites de su increíble creación.

Es su jefe, Bob Iger, reinstalado hace poco como CEO de The Walt Disney Company, el que no está tan seguro de que no haya que preocuparse, luego de que trascendiera a través de la prensa especializada que le aseguró a sus inversores la aplicación de una “agresiva curaduría” para controlar a rajatabla los gastos del conglomerado de entretenimiento más importante del mundo. La sobreproducción en detrimento de los estándares de calidad, parece, empieza a hacerle ruido.

En la vereda de enfrente, en tanto, tras la fusión de WarnerMedia y Discovery, los nuevos popes de la compañía dieron directamente de baja los planes del universo de DC, y sedujeron a James Gunn, ex realizador de Marvel, para timonear el barco en medio de la tormenta. Con esperanzas de inyectarle superpoderes a sus proyectos, el director y guionista ya anunció diez títulos repletos de nuevas versiones y debuts de héroes, heroínas y criaturas con los que reiniciará la saga y que llegarán al cine a partir de 2025.

DECADENCIA DEL IMPERIO

Mientras, un público con la vara muy alta y sensible al aburrimiento espera ver más pero sin resignar sus demandas, en un contexto en el que surgen alternativas que, como lo hizo la brillante trilogía de Christopher Nolan basada en el “Caballero de la Noche”, exploran historias oscuras y moralmente ambiguas protagonizadas por superhéroes. Son series como “The Boys”, “Invincible” o “Watchmen” las que, con timidez pero aplaudidas, proponen un desvío y ofrecen recursos para adoptar. Podrían ser, también, productos propios de la decadencia del género, que desde la autoconciencia critican y clausuran la posibilidad de aventuras superheroicas ingenuas: “The Boys” es sin dudas una fuerte crítica a la industria cinematográfica del presente (entre otras cosas); “Watchmen” está basada en una novela gráfica que efectivamente intentó subvertir y destruir las narrativas superheroicas de la historieta comercial.

Por supuesto, con el impulso de los gigantes multimedia y su aparato publicitario detrás, es difícil plantear que todo está perdido. Los estudios, mientras tanto, ya buscan antídotos, abrazándose a otras franquicias casi superheroicas (“Rápidos y furiosos”, “Misión Imposible”, “Indiana Jones”) para seguir brindando espectáculo grande en las salas, espectáculo que no se pueda apreciar en las plataformas de streaming.

Y mientras tanto, muchos detractores aplauden el derrumbe: la actriz estadounidense Jodie Foster llegó a decir que las películas de superhéroes, “están arruinando a la industria y que ir al cine se ha convertido en un parque de diversiones”, agregando que “Hollywood está haciendo contenido malo sólo para atraer a las masas a las salas y dejar felices a sus accionistas, pero es como el fracking (forma de extracción petrolera acusada de contaminante): obtenés los mejores resultados en lo inmediato pero terminás destruyendo el suelo. Se están arruinando los hábitos de los espectadores de los Estados Unidos y, en última instancia, también los del resto del mundo”. Aquella frase, que resonó como las de Martin Scorsese o Ridley Scott en el debate cinéfilo, escondía una pregunta: ¿y si el cine de superhéroes no salvó al cine, sino que lo condenó?