De la generación “diezmada” y La Cámpora

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Desde que Cristina Kirchner ratificó que no sería candidata a nada y que “un hijo de la generación diezmada” podía ser el elegido para ocupar su lugar, muchos pensaron en Eduardo “Wado” De Pedro. Aunque los sueños presidenciales del ministro del Interior acaso habían comenzado a fraguarse dos años atrás, en la primavera de 2021, tras la dura derrota del Frente de Todos en las PASO: fue cuando le presentó su renuncia al presidente, Alberto Fernández. Una jugada que le costó su buena relación con el mandatario, pero lo posicionó públicamente y lo acercó todavía más a Cristina.

Miembro fundador de La Cámpora junto a Máximo Kirchner, “Wado” es hijo de Enrique de Pedro, asesinado en 1977. Su madre, Lucila Rébora, fue acribillada un año después, en un ataque en la casa de Flores en la que vivía con el hoy precandidato, que tenía unos dos años. Su familia materna recién pudo recuperarlo en 1979 y desde entonces De Pedro fue criado por sus tíos maternos.

Tiene 46 años y está casado con Elena Lima, una docente de Mercedes, como él, con la que tiene dos hijos. Abogado por la Universidad de Buenos Aires y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés, De Pedro militó desde muy joven. En la organización H.I.J.O.S, que nuclea a descendientes de desaparecidos durante la última dictadura militar, y en el Sindicato de Judiciales. Fue esa militancia la que, tras la crisis de 2001, lo terminó convirtiendo en uno de los fundadores de La Cámpora junto a Kirchner, Andrés “Cuervo” Larroque, Mayra Mendoza y Mariano Recalde, entre otros.

Planes

Sin ventilar aún un plan concreto sobre la manera en que encarará los múltiples problemas que atraviesa la economía argentina, De Pedro es de los que cree en la redistribución del ingreso, en “rediscutir todo el acuerdo” con el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque es “inflacionario” y pide hacer frente a los que “distorsionan la macroeconomía” para ganarle a la inflación.

En otro orden, en la línea discursiva de la La Cámpora y a tono con el relato kirchnerista, De Pedro ha sido muy crítico de la Justicia y los medios. Así y todo, ha podido despegarse de la lógica de la confrontación para empezar a hablar con empresarios, hombres de justicia y hasta con el embajador de Estados Unidos, pese a las habituales críticas kirchneristas a Washington y al FMI. Con el tono moderado que lo distingue, aún manteniendo la carga ideológica de su discurso, ha sabido también trabar buenos vínculos con el sindicalismo.

 

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