Alternativas para rescatar a menores absorbidos por la droga y el delito

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Las denuncias de comerciantes de la zona céntrica sobre la presencia de una o más bandas de menores que en horarios de atención al público irrumpen en los locales y sustraen lo que tienen a mano para luego darse a la fuga, reiterada ahora a través de una presentación formulada por empresarios cuyos comercios se encuentran en avenida 7 entre 54 y 58, pone otra vez sobre el tapete el crítico tema de la participación de menores no sólo en ese tipo de robos, sino en asaltos a manos armada y en otros graves delitos.

Tal como se ha señalado ya en anteriores oportunidades, los protagonistas son cada vez más chicos y así como entran a las comisarías en caso de ser detenidos, las leyes en vigencia hacen que salgan casi de inmediato, pese al rol cada vez más activo que en esta ola delictiva cumplen los menores de 16 años por ser inimputables.

De modo que, bajo la llamada modalidad “piraña”, este tipo de robos se repite a diario en la Ciudad. “Es una bandita que azota en toda la zona, van a los comercios y se llevan todo lo que pueden. Podría decirse que son todos nenes”, afirmó una de las víctimas.

El último golpe reportado fue contra una librería ubicada en 7 entre 56 y 57, a pocos metros de la céntrica plaza San Martín flanqueada por la Casa de Gobierno, la Legislatura bonaerense y varios juzgados federales y organismos de la justicia provincial. Sin embargo, se registraron casos de extremo peligro cuando esos pequeños aparecieron algunas veces portando armas para delinquir y asaltar.

A ese universo infantil y juvenil, si se quiere desorbitado y privado de rumbos certeros, se le puede sumar la actitud aviesa de muchos mayores que se aprovechan del estado de inimputabilidad penal de los menores, obligándolos o instándolos a delinquir. La cuestión está lejos de agotarse en el país mediante debates por la imputabilidad de los menores, ya que la diversidad de factores que inciden es previa a cualquier definición en ese sentido.

En la década del 90 la Provincia decidió evolucionar del viejo sistema de la Minoridad, que preveía una política de tipo correccional, que disponía no sólo la privación de libertad por la comisión de un delito sino también por razones de peligro moral, trocándola por otra que apuntara a una mayor prevención y reconocimiento de los derechos de los menores.

Sin embargo, este cambio no se ha podido plasmar hasta ahora y persisten muchas graves situaciones de total abandono para la infancia y adolescencia, desjudicializada penalmente pero abandonada literalmente en las calles.

Se ha dicho muchas veces que el hecho de que la solución de fondo no pase por el despliegue de una intensificación de una acción policial y judicial, no exime al Estado -ni a la sociedad misma- de la obligación de atender a la niñez y adolescencia con una mucho mayor presencia preventiva, profundamente educativa y, cuando sea necesario, con esmerados planes de asistencia.

Algunas experiencias de tipo social y deportivo resultaron notablemente exitosas en este sentido en los últimos años, ya que lograron apartar a muchos menores de la droga y el delito, ofreciéndoles además perspectivas concretas de un futuro mejor. El Estado, salvo casos muy aislados, pareciera que permanece alejado de estas alternativas y es hora de que reformule su accionar.

 

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