No faltar ante las urnas, un compromiso que se renueva hoy en las PASO
Edición Impresa | 13 de Agosto de 2023 | 02:58

Más allá de las muchas imperfecciones que debe superar, la democracia argentina se vio en los últimos cuarenta años consolidada por las sucesivas votaciones de la ciudadanía. Cada una de ellas fortaleció el sistema y a partir de allí, de la mayor concurrencia popular a los cuartos oscuros, a la que se debe aspirar en los comicios de hoy, sólo debe reclamarse sin pausa, día a día, una máxima cordura, idoneidad y honestidad a la dirigencia política.
Si bien se trata en esta ocasión de las elecciones primarias, denominadas PASO, que sirven para seleccionar a quienes serán luego candidatos de los distintos partidos en las elecciones generales posteriores, ello no debiera implicar un desinterés por parte del electorado ya que, de sus resultados, podrán surgir otras respuestas para despejar incógnitas en los distintos partidos, entre otras muchas conclusiones dignas de tener en cuenta. Aún con las imperfecciones que puedan reconocérsele, el voto oxigena la vida interna de los partidos.
Tal como se ha publicado, comparado con las últimas elecciones -las de 2019 y 2021- en las 18 elecciones provinciales ya realizadas en 2023 el ausentismo aumentó más de un 5 por ciento y crecieron en 138.590 los votos en blanco. Sobre ese padrón parcial integrado por 6 millones de electores, uno de cada tres no eligió a nadie o ni siquiera acudió a los cuartos oscuros.
Es innegable, entonces, que tanto en las PASO ya realizadas como en las elecciones generales que se adelantaron en varias provincias, los datos de ausentismo y voto en blanco mostraron un crecimiento preocupante.
No es el caso analizar aquí si tal fenómeno beneficia o perjudica a los distintos oficialismos o a las fuerzas opositoras que los vinieron enfrentando. Pero sí corresponde señalar que el aumento del ausentismo o abstención puede impactar en el resultado de los comicios, de modo que quien opte por esa variante debe saber que su actitud no es gratuita y que, en cambio, lo carga de responsabilidades por omisión.
Bien se ha señalado que en las 18 elecciones provinciales previas literalmente nació lo que es llamado como “el partido invisible”, formado por un electorado oculto que supuso que de esa forma no votó a nadie, cuando las ecuaciones y resultantes electorales dicen lo contrario.
No es cuestionar al voto castigo, no es dejar de entender los desencantos que muchos pueden sentir, no es tampoco, desde luego, fustigar la decisión de un ciudadano que, ya por serlo, tiene el derecho de adoptarla. De lo que se trata es que la mayor participación popular, reflejada en este caso en acudir al cuarto oscuro para emitir un voto, fortalece al sistema y entrega, además, el aporte de una opinión positiva. El voto en blanco es válido, por cierto, pero no es positivo. Sin embargo, el voto en blanco marca ya una decisión de opinar, que no la tiene el que no acude a los lugares de votación.
Se ha dicho y con razón que la democracia se cura con más democracia. No con menos, no absteniéndose de ejercerla. Lo cierto -en materia estrictamente electoral- es que la mejor participación ciudadana en el manejo de la cosa pública, debe canalizarse con fórmulas modernas, sin obligar a que los votantes deban enfrentar el galimatías que, por ejemplo, plantean las vetustas y kilométricas boletas sábana.
Corresponde, en cambio, que se promueva un sistema electoral más contenedor, actualizado y basado en la madurez del electorado. Sin embargo, pese a ello, la ciudadanía hoy no debería estar ausente en el cuarto oscuro.
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