Ambientes: gana terreno la calefacción infrarroja
Edición Impresa | 13 de Agosto de 2023 | 05:34

Las restricciones impuestas por la pandemia llevaron a considerar el uso de espacios abiertos en casa, pero con la llegada del frío, el tiempo en exteriores se redujo. Ante esto, diferentes sistemas de calefacción exterior, antes comunes en establecimientos gastronómicos invernales, ganaron popularidad en hogares para mejorar la experiencia en patios, balcones y jardines.
Algunos expertos sugieren analizar factores como el entorno, posibles cerramientos y ventilaciones antes de elegir un sistema. Para esto, hay opciones que incluyen calefactores a gas o eléctricos, paneles infrarrojos, estufas de biomasa y modelos portátiles como las “estufas hongo”.
Ahora lo que gana terreno son otros sistemas como los calefactores infrarrojos (de producción nacional), a partir de componentes de carbono, cuarzo o halógeno, que generan una radiación infrarroja cuya longitud de onda produce calor de corto alcance.
LAS VENTAJAS
En contacto con EL DIA, Nicolás Calvo, de Distribuciones Villa Elisa, explicó que, cuando se prenden estos calefactores infrarrojos, “al segundo, se siente el calor y el cambio de temperatura en el ambiente”. “En comparación con las velas, tiene una vida útil de 20 mil horas”, destacó.
Conforme la información que aportó, uno de estos aparatos se suele usar para calefaccionar una habitación. Para el caso de los restobares o locales que lo empleen, pueden generar una conexión eléctrica aparte y disponer más calefactores para climatizar ambientes más grandes, sobre todo en espacios vidriados o exteriores.
EL CONSUMO
El entrevistado aportó que se calcula que estos calefactores infrarrojos, a la potencia máxima, requieren 2000 kWh. Por caso, si se compara con una estufa de resistencia a vela de un hogar -que solo sirve para calentar los pies o un baño chico-, estas suelen gastar en promedio un poco menos, pero brindan una calidad de calefacción mucho más baja.
Por su parte, respecto a estofas de otras fuentes energéticas como el gas, el tubo que suele usarse en los patios o las veredas de los restobares platenses tienen un valor altísimo de instalación. De hecho, supera el medio millón de pesos y, como desventaja, no tiene la posibilidad de ser regulado como los calefactores infrarrojos.
A su vez, los famosos “hongos” con garrafas también tienen sus contras con un gasto de renovación energético y una calor poco efectivo.
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