Ocurrencias: amor en campaña

Javier Milei festejó en la semana dos victorias al hilo: lo eligieron muchos pero él eligió una. Tras su explosiva atropellada en las urnas, a los pocos días anunció, como refuerzo de su gabinete más íntimo, el arribo de quien le permitirá abandonar por un rato su amor a los perritos y empezar a probar su poderío en otras cuchas. En diciembre había conocido en la mesa de Mirta Legrand a Fátima Florez, exitosa y atractiva imitadora. Seguramente Fátima, que ya andaba a los tumbos con su pareja, se habrá sentido atraída por el dueño de ese vozarrón imperativo y exaltado que ahora ocupa el centro de escena de un país donde el teatro del absurdo y el sainete siempre encuentran sala para sus reestrenos.

A partir de allí, Mirta se arroga el derecho a reclamar una tajada de buena onda en el armado de esta nueva pareja que necesita la bendición de las urnas para poder santificarse en Olivos. Hay videos que rescatan los entretelones de ese almuerzo premonitorio: se los ve uno al lado del otro (el destino siempre deja un anuncio) participando de una mesa donde el candidato derramó sus arengas exaltadas y ella, entre otras intervenciones, repasó alguno de los personajes de esa clase política que a él le viene dando de comer más que la mesaza de Mirta. Fue en ese encuentro, cuando llegó el boca a boca de la despedida, que Javier empezó a sentir que se olvidaba de la casta cada vez que echaba un vistazo a ese escote que lo distraía mucho.

Con ellos, el éxito ha sido generoso. La pareja conoce el arte de la ficción y la escena: Milei lo aprendió de la política, la gran simuladora; y ella, de sus imitaciones. ¿Están enamorados o ensayan para poder estarlo? Fátima es una animadora que más allá de aprovechar su don para copiar voces ajenas, le dio formato de comedia a su desfile de parecidos famosos. No se agotó en parodiar con talento los decires y gestos de personajes conocidos, sino que supo añadir un texto gracioso y un oído agudo para poder sumarle risas a una actualidad sobrada de lágrimas. Milei fue construyendo un show alarmista que debutó a sala llena. El espectáculo y la política se parecen más de lo que uno imagina: Ricardo Piglia decía que “el poder también se sostiene en la ficción: el Estado es una máquina de hacer creer”. Por eso los une una misma vocación: Lo de Fátima es ficción doble faz, porque finge ser gente que se la pasa fingiendo. Y Javier, desde otro escenario, usó el cóctel de desmadre económico, inflación y balazos para presentar un personaje que se fue haciendo desde su apariencia y al que le fue añadiendo ardor escénico y rabiosos libretos. El resto, lo hizo el clima de decepción y bancarrota.

Milei festejó dos victorias al hilo: lo eligieron muchos y eligió a una

La pareja necesita la bendición de las urnas para poder santificarse en Olivos

Ambos saben que en campañas promocionales, la verdad debe aparecer lo más disimulada posible. Para asombro de todos, Milei estrenó en las PASO el primer episodio de una serie con notable rating que tiene un capítulo más y quizá otro. Y Fátima ha sido esa gran simuladora que desde su ocurrente atalaya enfatiza rasgos ajenos para demostrar talento propio. Ambos saben que el disfraz suele revelar más que cualquier sinceramiento. Oscar Wilde lo dijo: “Denle una máscara a un hombre y dirá la verdad”.

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La pareja se debe estar preparando para organizar cuidadosamente la agenda de shows que los está esperando. Como la experiencia enseña, los que están tan cerca de alcanzar el poder, deben calcular sus declaraciones y sus apariciones y tratar de potenciar al máximo su capital cautivo. La meta es una coronación más que un premio. Milei, un rupturista desbocado que pegó en el blanco, admitió que su corazón encontró algo de ternura para poner en espera un furor que arrancó en su cabellera y que fue ganando terreno despeinando a la clase política. Y Fátima quizá le hizo entender que hay apariciones que están más allá de las mediciones y que al amor, cuando es auténtico, debe jugarse toda la boleta a una sola candidata.

Octubre verá si estos triunfales personajes logran alcanzar una recaudación que colme sus altas expectativas. A Fátima, el eventual rol de primera dama le permitirá añadir nuevos modelos a su poblada cartelera de figurones. Y La Libertad Avanza se hizo más cierta que nunca en lo de Mirta, cuando Milei se convirtió en el un libertario lanzado que fue avanzando sobre una Fátima que encima lleva el nombre de un lugar famoso por sus apariciones y milagros. Optimistas, dichosos y a dos voces, la pareja espera que el cuarto oscuro aporte mucha luz y que el rompedor en ciernes imite a esos queridos perritos que le enseñaron a saber ladrar pero también a saber lamer.