“Una página de locura” que desborda la pantalla

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Con una ayudita de sus amigos, Videodromo y el ciclo Cine y Cuarentena se alían para desatar una instancia de lo inaudito en la pantalla del Cine Select: el sábado, desde las 20.30, proyectarán “Una página de locura”, película muda japonesa de 1926 dirigida por Teinosuke Kinugasa, con música en vivo e intervenciones performáticas alrededor. 

La película es ya una rareza cinematográfica: perdida durante cuarenta y cinco años hasta que su director la redescubrió en su almacén en 1971, es producto de un grupo de artistas de vanguardia en Japón conocido como Shinkankakuha (o Escuela de las Nuevas Percepciones) que intentó superar la representación naturalista.

Con el Nobel Yasunari Kawabata como uno de los guionistas, sigue a un marinero se emplea como ordenanza en un manicomio para liberar a su esposa, que se encuentra recluida luego de que intentara suicidarse y matar a su bebé. Pero lo hace con una apuesta formal demente: “pocas películas han elaborado tan conscientemente un lenguaje puramente cinematográfico, evocando a partir de recursos formales un viaje alucinógeno en el descenso a los terrenos más escabrosos de lo pesadillesco. Cortes de edición violentos, patrones rítmicos, superposición de imágenes y distorsiones visuales y temporales: una verdadera experiencia cinematográfica única y radical”, avisa Videodromo en sus redes.

La proyección, además, estará acompañada de “una propuesta de tipo inmersiva en torno a la idea de sacar a la película de la pantalla, que la película desborde”, relata Rob Astami, parte de Videodromo. “Al servicio de esto estará la música, pero también una intervención de Danza Butoh y los trabajos de decorado e intervenciones performáticas que van a tener lugar incluso antes de que comience la proyección”, cuenta: la musicalización correrá por parte de Cristian Carracedo Lauretti y MAQ, mientras que la Danza Butoh estará a cargo de Analía Carlé y Agustín Lostra.

Astami no quiere adelantar en qué momento de la noche, ni en qué espacio, ocurrirán estas intervenciones, porque “para nosotros es importante el elemento de los sorpresivo, para habilitar cierto asombro y, por qué no, habilitar una irrupción sobre lugares un tanto insólitos”.

“La película y su visionado tienen que ser respetadas, no estorbarse”, avisa, desde ya, “pero hay muchas otras instancias donde la interpelación suele estar ausente: queremos aprovechar la impunidad que nos da la existencia de esas áreas no legisladas, que es algo que parece transmitir la película, donde se toman por asalto toda una serie de temáticas complejas, que dialogan con ese contexto frágil del período de entreguerras donde la locura, como estado social generalizado, parecía inminente. Y esa apuesta la película la ejecuta con violencia desde lo formal: la cantidad de recursos formales con que la película narra son abrumadores”.

“Desde el ciclo siempre nos interesó proyectar este tipo de películas, que habitan los márgenes del cine”, dice al respecto Astami. “De hecho, lo hacemos un poco en contra del perfil de ciclo de cine condescendiente que busca regocijarse en ese acto reiterado y cómodo de ver siempre lo mismo”. 

“La idea”, cierra, “es que nos acompañen en una búsqueda, un viaje por esos márgenes del cine, donde por momentos reina lo desconocido, la incertidumbre, la sensualidad, la oscuridad, el deseo. El regreso de Videodromo tiene que ver con ayudar a construir nuevas formas de ver, de leer las imágenes, desde lo estético a lo político, y con ello contribuir a otras formas de hacer cine”.

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