Cristina contra Kicillof: “Los Poncio Pilatos y los Judas en el peronismo no van más”

Cristina Kirchner apuntó todos sus cañones contra Axel Kicillof. En medio de la interna que se libra a cielo abierto en el PJ, dijo que “los Poncio Pilatos y los Judas en el peronismo no van más”, en alusión del gobernador bonaerense.

La ex presidenta blanqueó así su distanciamiento con el Gobernador al que le reprocha que no se haya expresado públicamente en respaldo a su candidatura a presidir el PJ nacional. No sólo eso: aseguró que ministros del gabinete bonaerense están trabajando para juntar respaldos para su competidor por el cargo, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela.

Las filosas frases de Cristina Kirchner fueron escuchadas por cerca de 50 dirigentes que concurrieron a la sede porteña del Smata. “No estamos eligiendo entre San Martín y Belgrano. Me hace ruido y me provoca dolor que haya gente que no se defina”, lanzó en otro dardo a Kicillof a quien nunca mencionó, según dijeron diversas fuentes.

En el encuentro estuvo presente Máximo Kirchner y la primera plana de La Cámpora, entre la que se destacan la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza; y los senadores Eduardo “Wado” de Pedro y el porteño Mariano Recalde. Además hubo intendentes del Conurbano como Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Gustavo Menéndez (Merlo) y Mariel Fernández (Moreno). Ninguno de ellos estuvo ayer en el acto que Kicillof encabezó en Berisso por el Día de la Lealtad.

La reacción de Cristina Kirchner deja a las claras que aún cuando el gobernador bonaerense lanzó mensajes conciliadores en esa movida propia en el distrito vecino, esas señales no le bastaron. Pretendía una apoyo explícito del Gobernador que todavía no llegó. En las primeras horas de la mañana varios laderos kirchneristas como Oscar Parrilli salieron a reclamar ese respaldo. Poco después, Cristina se despachó con dureza.

Así, el peronismo ingresó en un terreno de extrema tensión. Cristina ya presentó su lista para la interna del PJ y Ricardo Quintela haría lo propio, ya que parece haberse cerrado la posibilidad de un acuerdo. En el medio, Kicillof quedó en medio de la ira kirchnerista.

Historia de una interna que fue escalando

Hace poco más de un año, en plena campaña electoral para las elecciones generales de octubre, Axel Kicillof lanzó una definición que vista ahora en perspectiva, se terminó por transformar en el inicio de la pelea con el kirchnerismo.

En aquél entonces, desde la facultad de Psicología de La Plata, disparó: “Perón, Evita, Néstor y Cristina; no tengo ninguna duda de que son los momentos más gloriosos que vivió nuestro país. Pero creo que tenemos que ir dándole un carácter de época y generacional nuevo. No podemos vivir más, y no es justo que vivamos más de ellos”, subrayó, y agregó: “Tiene tufillo a esas bandas de rock que tocan los viejos grandes éxitos y uno sabe. Pero bueno, va a haber que componer. Va a haber que componer una nueva, no una que sepamos todos”. 

Para el kirchnerismo, la convocatoria al armado de una suerte de postkirchnerismo se transformó en un desafío intolerable. Fue Máximo Kirchner el que acusó recibo, en primera instancia, con tono suave. “Yo no me dedico a la música, soy militante y dirigente”, afirmó el líder de La Cámpora.

Desde allí, la pelea fue escalando conforme Kicillof encaró, de a poco, el armado su propia arquitectura política con la idea de darle musculatura a su proyección presidencial. Se rodeó de intendentes, varios de ellos enemistados con el hijo de la ex presidenta. Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada) fueron dos puntas de lanza.

Hay algo más que Máximo Kirchner nunca terminó por digirir: que Kicillof resistiera su idea de ir como candidato a presidente en las elecciones del año pasado. El titular del PJ bonaerense procuró además quedarse con la vicegobernación y propuso encumbrar a Martín Insaurralde. La movida terminó siendo abortada por la presión que, con el guiño de Kicillof, ejerció La Matanza, que al final conservó el lugar para Verónica Magario.

Esa disputa se agudizó tras la derrota electoral del oficialismo a nivel nacional. Kicillof salió fortalecido al retener la Provincia y las tensiones se hicieron más evidentes con La Cámpora, que conserva puestos clave en el gabinete bonaerense.

Uno de los armados kicillofistas más apuntados es Andrés “Cuervo” Larroque, otrora lugarteniente de Máximo Kirchner. Durante un acto en San Vicente se despachó con todo contra la forma de conducción de la “orga” de la que supo ser secretario general. “¿Qué es la conducción de Cristina, que tres ñatos te manden un WhatsApp?”, se preguntó con un tono bien crítico.

Lo de Larroque no era nada inocente: le estaba disparando a Emanuel González Santalla, Martín Rodríguez y Facundo Tignanelli, tres laderos de Máximo que bajan directivas a dirigentes, referentes y militantes en nombre de su jefe. 

La curva de la disputa se fue ampliando y ganando en intensidad. Llegaron los actos compartidos en distritos camporistas en los que Kicillof era recibido por intendentes con gestos adustos.

Mientras tanto, el armado kicillofista no retrocedió. Ferraresi fue el encargado de armar tropa en comunas “enemigas” como Lanús y Quilmes, dos terruños camporistas. Los intendentes de esos distritos, Julián Alvarez y Mayra Mendoza, le devolvieron la gentileza con una denuncia contra el Puerto de Dock Sud, donde Ferraresi tiene amplia incidencia.

La disputa siguió escalando y pareció alcanzar su pico cuando Máximo Kirchner encabezó hace un mes un acto en el club Atenas de La Plata donde disparó munición gruesa contra Kicillof. Lo comparó con Daniel Scioli y señaló que buscaría quedar en el rol de víctima. La militancia camporista hizo lo suyo. “Si querés otra canción, vení, te presto la mía”, entonó en respuesta a la convocatoria que había lanzado el Gobernador en la facultad de Psicología.

Luego llegó la tensión por el control del peronismo. Kicillof venía apoyando la postulación del riojano Ricardo Quintela, pero hace algunos días apareció un operativo clamor para que la propia Cristina Kirchner se quedara con el control partidario.

El kirchnerismo presionó hasta hace horas para que Kicillof se decidiera a respaldar a Cristina. El Gobernador encabezó el jueves un acto en Berisso donde convocó a la unidad, ponderó a la vicepresidenta pero nunca le terminó dando el aval.

   En ese contexto, hoy Cristina destrató a Kicillof. “Los Poncio Pilatos y los Judas en el peronismo no van más”, dijo ante un grupo de dirigentes. La disputa está al rojo vivo.

Cristina Kirchner

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