La venta de ranas exóticas entra en “guerra” con el tráfico ilegal en Colombia
Edición Impresa | 3 de Noviembre de 2024 | 04:59

Como un destello, una colorida rana arlequín salta en su terrario. En un laboratorio de Colombia decenas de estos exóticos anfibios aguardan a un comprador que los lleve de mascota a otro país, una “solución práctica” contra el tráfico ilegal. La “Oophaga histriónica” se desplaza dentro de su plácido hábitat artificial, verde y húmedo en Tesoros de Colombia, un reservorio protegido entre los bosques de Cundinamarca al que se accede por un camino de tierra bordeado por cámaras de seguridad. Redes ilegales de tráfico de especies acechan a este anfibio de una amplia gama cromática, que no alcanza el medio centímetro en tamaño y cuyo veneno puede causar parálisis respiratoria. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, está en “peligro crítico” en su ambiente natural, el Pacífico colombiano.
“Si hay una demanda internacional de ranas, es importante proveer ranas legales que además se puedan reproducir en (su nuevo) destino” en el extranjero, comenta Iván Lozano, fundador de este centro con una población de 14 especies.
El tráfico de ranas es castigado con entre 5 y casi 12 años de prisión en Colombia, anfitrión de la COP16 en octubre y paraíso de la biodiversidad.
Pero en Estados Unidos y países de Europa la posesión de estos anfibios está permitida y “millones de animales vertebrados terrestres son sacados vivos de su ambiente en Colombia para el tráfico internacional de especies”, prosigue.
Ambientalistas estiman que el 10% de los anfibios conocidos en el mundo habitan en el país andino, con 895 especies.
Para Lozano, el reservorio es una “solución práctica” y legal para su conservación.
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