Un año del éxtasis mileísta
Edición Impresa | 10 de Diciembre de 2024 | 02:11

Fernando Dopazo
Ieleconomista.com.ar
A lo largo de su primer año como Presidente, Javier Milei ha destacado por la continuidad en gobierno de su estilo comunicacional disruptivo, centrado principalmente en el ámbito digital, especialmente en X (el viejo Twitter). Su enfoque estratégico lo podríamos diseccionar en cinco ejes que han sido definitorios de su trayectoria política y de cómo se ha moldeado la percepción que los argentinos tienen de él.
En primer lugar, Milei ha roto con los esquemas tradicionales al adoptar un discurso directo, agresivo y cargado de polémica. Este enfoque es lo que desde el inicio de carrera política le permitió captar la atención de una ciudadanía argentina frustrada con la falta de resultados de la clase política tradicional y sus gobiernos, a quienes, al igual que líderes de algunas izquierdas europeas como Giusseppe Grillo (líder del Movimiento 5 Estrellas italiano) y Pablo Iglesias (a la cabeza del Podemos español), denominó “la casta”.
Segundo, a pesar de su origen televisivo, Milei es un “animal de las redes sociales” tal como se autodefinió en alguna oportunidad. Más allá de entrevistas dentro de la zona de confort, las redes son su principal canal de comunicación. En X, su actividad constante incluye retuiteos masivos, ataques a opositores, y mensajes con enorme potencial de viralidad, lo cual suele ser amplificado por cuentas afines que refuerzan permanentemente su imagen de outsider.
A esto se le suma, en tercer lugar, la utilización del politainment, elementos de entretenimiento, como shows y referencias culturales, que contribuyen ampliar su alcance, manteniendo la relevancia de sus mensajes, incluso entre públicos que tienden al aburrimiento rápido como los más jóvenes (en particular los hombres).
Cuarto, su posicionamiento como un “león” solitario que lucha contra un sistema corrupto ha sido central en su estrategia. La narrativa se ha mantenido coherente y consistente en relación al Milei candidato, combinando elementos de ese hombre común junto a elementos técnicos de su principal tema de agenda racional, lo económico, todo ello siempre empaquetado en un lenguaje emocional y simplificado, lo que ha facilitado su conexión con la población.
Finalmente, en lo que hace al campo comunicacional, en el balance del año, no puede dejarse de lado su confrontación con los medios tradicionales y periodistas y la suspensión de la pauta oficial, no por la acción en sí misma, sino por lo que simboliza: el refuerzo de su imagen de independencia frente a “intereses creados”. Al menos este primer año, considerando los indicadores de opinión pública que muestran una considerable positividad, se puede afirmar que lo planteado como elementos centrales de su comunicación ha resultado efectivo, tanto para consolidar su liderazgo, como también, para mantener una presencia central y constante en la agenda pública.
La otra cara
Claro está, que también existe otra cara de la misma moneda. El camino escogido, y por qué no, planificado, no está exento de riesgos. El estilo confrontativo no ha superado la tan mentada grieta de la última década, sino que la ha profundizado, acentuando la división entre los argentinos “de bien” y los que no lo son; hecho que dificulta en la práctica la construcción de consensos políticos, al menos hasta ahora, esenciales para gobernar con políticas públicas duraderas en el tiempo.
Otro interrogante que se abre en cuanto a su actividad discursiva se centra en el impacto que tiene en la calidad democrática del país.
Finalmente, la mayor amenaza que atenta contra su comunicación, radica en lo tangible de su expertise profesional: toda la percepción pública sobre su gestión y su persona, dependerá de la capacidad de materializar un hilo conductor entre los dichos y los hechos, consolidando la baja de la inflación, generando crecimiento económico, disminuyendo la pobreza, e incluyendo argentinos a la anhelada y recordada amplia clase media.
En este sentido, el 2025 será decisivo para el Presidente Milei ya que las elecciones legislativas pondrán a prueba su capacidad de mantener y consolidar una base de apoyo sólida. Si los resultados acompañan, las formas criticadas por muchos, será un tema menor.
Si fracasa en entregar soluciones, su enfoque confrontativo se volverá en contra, erosionando la confianza de una parte de su electorado.
En síntesis, es imposible negar que Milei revolucionó la comunicación política en Argentina, pero enfrenta desafíos significativos para mantener su narrativa y legitimidad en un contexto político y social exigente como el argentino.
Su capacidad para adaptarse a la volatilidad cultural de la argentinidad al palo y ofrecer resultados marcará el éxito o fracaso de su momento histórico.
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