No esperar a tener sed y comer liviano, claves para pasar el verano

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El verano exige prestar atención al cuerpo porque el “golpe de calor” puede sorprender con efectos sobre la salud.

Ese cuadro ocurre cuando el cuerpo pierde la capacidad de regular su temperatura en ambientes que superan los 39 ó 40 grados. Para evitar eso, desde el Colegio de Nutricionistas se realizaron recomendaciones sobre la hidratación y la dieta.

El agua es un elemento imprescindible para la regulación de la temperatura corporal, se indicó desde la entidad y se puntualizó en que, por ejemplo, en condiciones de calor extremo o ejercicio intenso, se pueden perder entre 0,5 a 2 litros de agua por hora a través del sudor.

“El consumo de bebidas como café, mate y alcohol tiene un efecto diurético, lo que aumenta la eliminación de líquidos en situaciones donde el cuerpo necesita conservarlos y favoreciendo la deshidratación si no se compensa con una adecuada ingesta de agua”, advirtió el licenciado en Nutrición (MP 7114), Tomás Diulio, matriculado en el Colegio de Nutricionistas de la Provincia y agregó: “Esta combinación de factores compromete nuestra capacidad de termorregulación y puede derivar en síntomas graves como mareos, desorientación, dolor de cabeza, piel seca y caliente, aumento del ritmo cardíaco y, en los casos más extremos, pérdida de conciencia o convulsiones”.

Así, la recomendación es consumir entre dos y tres litros de agua al día. Aunque la cantidad debe ajustarse según la temperatura ambiente, la actividad física que se realice y las características individuales.

agua cada 15 ó 20 minutos

El nutricionista sostuvo que “no hay que esperar a tener sed para beber agua, ya que la sed es un signo tardío de deshidratación. Lo ideal es tomar pequeñas cantidades de agua cada 15 a 20 minutos durante la exposición al calor o el ejercicio”. Para quienes realizan deporte o trabajos físicos intensos, sugiere consultar con un profesional sobre la incorporación de bebidas isotónicas que “ayudan a reponer sales minerales como sodio, potasio y magnesio, que perdemos al transpirar, y así ayudar a evitar calambres provocados por la pérdida de electrolitos”.

Asimismo, en días de calor extremo, es preferible consumir comidas livianas y frescas, que sean fáciles de digerir y no aumenten la temperatura corporal. Al respecto, el Colegio de Nutricionistas recomendó: frutas y verduras frescas como sandía, melón, naranja, pepino, tomate y lechuga no solo hidratan, sino que también aportan vitaminas y minerales.

A la vez, evitar comidas altas en grasas como fritos, ultraprocesados, carnes rojas en exceso o platos muy condimentados, que demandan más energía para ser digeridos.

Del mismo modo, fraccionar las comidas en porciones pequeñas en el día en lugar de platos abundantes.

 

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