Argentina, con riquezas naturales que no tienen Chile ni Uruguay, no logra progresar como ellos

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Jorge Remón

“Con las irrupciones de líderes en la política suele pasar algo parecido a la anécdota del almacén nuevo en el pueblo que hasta entonces contaba con dos”. El que abrió el tercero, después de cerrar el primer día el negocio llegó a su casa y con gran alegría le dijo a su esposa que había abierto diecisiete libretas. Era la época en que los almaceneros llevaban prolijamente las cuentas que a fin de mes le serían saldadas. Según la historia, la mujer miró las libretas, leyó con atención los nombres de los clientes que había hecho su marido ese día y con dulzura le dijo que sabía que de los 17, quince eran deudores de los otros dos almacenes y que de los otros dos compradores no sabía nada porque hacía poco vivían en el pueblo.

De esa manera el experimentado senador Mario Lozada trataba de describir las dificultades que surgen cuando se intenta crear un partido en un corto período de tiempo. Explicaba que solo Perón lo había logrado, pero siendo parte del gobierno y forjando alianzas desde la Dirección General de Trabajo durante un año y medio. Con todo su carisma, durante la campaña electoral concretó acuerdos con los partidos laboristas de Córdoba y Buenos Aires, con dirigentes radicales y del incipiente gremialismo, entre los cuales fue eligiendo sus futuros colaboradores. Aun así, después de cinco años debió rectificar gran parte de lo que estaba realizando y lanzó el Segundo Plan Quinquenal, cuyos contenidos en parte eran contradictorios con lo hecho por su propio gobierno hasta ese momento.

En estos días, después de dos meses, el hombre que irrumpió y llegó a la Presidencia de la República sin partido y sin una estructura de soporte, ha debido reconocer que necesitaba una alianza con un sector que le proporcionara los recursos humanos para gobernar. Es que todo había sido tan rápido que montado sobre el descontento, la frustración especialmente de los jóvenes, ni siquiera contó con suficientes personalidades experimentadas para acompañarlo como titulares de ministerios, segundas líneas para manejar las necesarias burocracias ni presidentes de tantas empresas del Estado ni entes autárquicos. No tenía los cientos de técnicos para lograr coherencia en la conducción del gigantesco sector público argentino y ni pensar en diputados y senadores con cintura política.

Colaboradores de confianza

La realidad le demostró en sesenta días que el ejercicio del poder requiere de muchos colaboradores de confianza. Tal vez por eso y finalmente quizá contra sus propios deseos, reconoció en los hechos que tenía que poder recostarse sobre estructuras con hombres experimentados. La posibilidad estaba dada por Mauricio Macri y hacia allí se encamina para constituir una alianza, para lo que no renunciará a las facultades que le dio el triunfo electoral. El ex presidente no deberá creer que co-gobernará y para Milei será difícil aceptar de hecho que muchos de los que serán sus colaboradores más directos responderán en su fuero íntimo a otro jefe político. Para mejor, Macri ahora quiere la chapa de presidente del PRO. Estas circunstancias políticas se han dado muchas veces en gobiernos franceses en los que el presidente se vio en la necesidad de nombrar un Primer Ministro que estaba lejos de ser un seguidor incondicional. En Francia fue posible, en la Argentina es una experiencia a vivir.

De alguna manera, fortalecido el oficialismo quizás no necesite demostrar su poder diariamente al negociar con la oposición dialoguista. Porque toda la dirigencia del país debe superar la necesidad que parece sentir de tener enemigos y considerar como tales a quienes tengan alguna discrepancia. En la crisis económica que sufren los argentinos, con una clase media empobrecida y sectores populares con problemas para alimentarse adecuadamente, los partidos no pueden seguir cavando trincheras desde las cuales bombardear a los otros. ¿Somos tan especiales y diferentes los argentinos que no logramos una convivencia pacífica? ¿Acaso los políticos chilenos y uruguayos son súper hombres que construyen sólidos puentes por los que transitan de la oposición al gobierno, alternándose pero aplicando políticas de estado?

Chile y Uruguay no tienen en su territorio la riqueza de la Argentina, pero en los últimos veinticinco años han progresado mientras la Argentina retrocede.

¿Si la razón del crecimiento de la pobreza no es la falta de recursos naturales, que es lo que nos falta?

 

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