“Eruditos del escruche”: le vacían la caja fuerte mientras daba clases

Un arquitecto y su familia fueron despojados de varios elementos de valor y de todos sus ahorros, unos siete mil dólares

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Joyas, dispositivos electrónicos y los ahorros de toda una vida, expresados tanto en pesos como en divisas estadounidenses, formaron parte del botín que en las últimas horas fue sustraído de la casa de una familia, ubicada a pocas cuadras de Plaza Yrigoyen, cuando se encontraba cumpliendo con sus obligaciones laborales.

Este nuevo golpe tiene lugar en la misma semana en la que un total de cinco entidades educativas de la Región sucumbieron ante la misma modalidad delictiva: el escruche.

Como se sabe, son hechos que se caracterizan por ser cometidos de día, cuando las víctimas se encuentran generalmente abocadas a sus ocupaciones diarias.

El trabajo, el club, la escuela, la facultad, la realización de algún trámite o una visita a cualquier pariente, son instancias que terminan siendo usadas por los astutos ladrones para ingresar a una morada y causar estragos.

En esta oportunidad, de acuerdo a lo que trascendió en esferas policiales, los damnificados se encontraban trabajando. De hecho, el dueño de casa, de profesión arquitecto, se enteró del atraco en el mismo momento en el que estaba tomando un examen a sus alumnos.

Así, conocida la desagradable visita, acudió de forma inmediata a su domicilio, ubicado en la zona de calle 20.

Todo hace suponer que el despliegue delincuencial fue ejecutado durante una ventana de tiempo de al menos cuatro horas, que comenzó a correr cuando la empleada doméstica abandonó la morada por la tarde.

Si bien el caso es materia de investigación, todas las líneas investigan apuntan a un golpe planificado, que se habría comenzado a gestar luego de conocer el dato de que la familia tenía una caja fuerte en su domicilio.

La hipótesis que se analiza por estas horas señala que es probable que, tanto el arquitecto como su esposa, pudieron haber estado siendo espiados durante varios días por una banda especializada en este tipo de ataques, que tomó nota de cada uno de los movimientos. Incluidos los de su asistente.

De ese modo explican por qué el grupo delictivo decidió actuar después de eso.

Si bien existía una alta probabilidad de que fueran descubiertos, al mismo tiempo, por la información recabada, sabían que tenían muchas chances de no toparse con nadie y dar un “golpe limpio”.

Y así sucedió. Luego de barretear el portón, llevaron a cabo la misma acción con la puerta principal de la casa y así tuvieron acceso a la casa.

A eso de las 6 de la tarde, cuando comenzaba a repartir los exámenes, el teléfono del dueño de casa comenzó a sonar.

En un primer momento intentó por todos los medios evitar romper el clima de seriedad propio de una instancia de evaluación.

Pero ante la insistencia de un amigo decidió atender su teléfono. Apenas presionó el botón verde confirmó sus sospechas: se trataba de muy malas noticias.

Por eso, luego de pedir disculpas al alumnado, abandonó el aula y se dirigió raudamente a su domicilio.

Al arribar, un patrullero y un móvil de la empresa de alarmas, que habían llegado hacía unos minutos, lo estaban esperando.

Apenas ingresó a su casa, se encontró con el angustiante panorama: un desorden mayúsculo y varios faltantes.

De todos modos, pese al desconcierto y el pesar por las pérdidas materiales, el hombre se abocó a la tarea de evaluar los perjuicios en contra suyo e inventariar lo sustraído.

Entre los elementos que ahora se encuentran en poder de desconocidos se encuentran varias alhajas de oro, con inscripciones religiosas y algunas que hacían referencia a parientes cercanos, un reloj marca Seiko de color azul y una notebook marca Dell de color gris plata.

El grueso del botín resultó ser el contenido de una caja fuerte que se encontraba ubicada en el dormitorio de las víctimas.

Con respecto a esto, trascendió que todas las acciones llevadas a cabo en el lugar demuestran que se actuó sin improvisación.

En este sentido se sospecha que los individuos pudieron haber ingresado al lugar portando herramientas que facilitaron la apertura del cofre de seguridad.

Además, durante las pericias que realizó la policía científica se pudo establecer que tanto el servicio de internet como el eléctrico se encontraba interrumpidos.

Esto les permitió desactivar la sirena de la alarma y el envío de notificaciones a los respectivos teléfonos de los propietarios.

Esta operación delictiva arrojó dividendos por 7 mil dólares, una suma que valuada al tipo de cambio denominado “informal”, roza los siete millones de pesos.

Además, por si fuera poco, también se apoderaron de las tarjetas de crédito de los damnificados, los pasaportes y las llaves de una caja de seguridad de un banco.

 

La Plata

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