Al borde de la tragedia: forcejeo, tiro y milagro durante un robo
Edición Impresa | 26 de Febrero de 2024 | 02:39

Una familia de Tolosa vivió durante la madrugada de ayer un verdadero calvario. Mientras descansaba, al menos tres delincuentes armados y violentos se colaron en su vivienda y mediante cachetazos y culatazos, la despertaron para hacerle vivir la peor de las pesadillas.
Tal fue el nivel de crueldad con el que actuaron los ladrones, que el dueño de la casa terminó siendo atendido por personal médico, debido a los golpes que le propinaron en la cabeza con la culata de un arma de fuego.
La golpiza solo fue la punta del iceberg de esta tremenda embestida delictiva, ya que en pleno forcejeo el ladrón gatilló y, de milagro, el proyectil no fue a parar a la humanidad del damnificado.
En base a lo que pudo averiguar este diario, el hecho tuvo lugar alrededor de las 5.30 de la mañana, en 526 entre 7 y 8, cuando los ocupantes del inmueble saboteado se encontraban descansando.
Allí reside una familia compuesta por un contador de 44 años, su pareja y sus hijos. Según fuentes oficiales, los sujetos actuaron con el rostro totalmente cubierto para evitar que sus rostros quedaran grabados en la retina de sus víctimas.
Si bien el caso es materia de investigación, por los indicios hallados en la escena, todo apunta a que los ladrones emplearon una ganzúa para abrir la puerta principal de la vivienda con sumo sigilo.
Es sabido que en este tipo de atracos nocturnos, el efecto sorpresa es determinante para el éxito. La otra vía para lograr la efectividad es la violencia. Y en este caso, no dudaron en ponerla en práctica.
Apenas comenzaron a registrar la morada, el propietario se despertó por los ruidos y se dirigió al living de su casa para ver qué estaba pasando. Cuando puso un pie en este ambiente comenzó el ataque.
Aparentemente, uno de los intrusos oyó que alguien se aproximaba y, en ese marco, no dudó en tomar una silla y arrojarla a la persona que, en medio de la oscuridad, estaba avanzando.
Luego de recibir un sillazo en el abdomen, un ladrón se abalanzó sobre él y comenzó un forcejeo que si bien duró menos de un minuto pudo haber dejado una huella perpetua para la familia de no haber sido por una mala puntería.
Luego de la detonación, el forcejeo continuó y fue así que un secuaz del sujeto, que se encontraba trenzado con la víctima, intervino aplicando varios golpes en la cabeza con la culata de su arma.
En ese instante, ingresó al living su esposa y su hija. Sin mediar palabra, el ladrón le advirtió a ambas que si hacían algún tipo de ruido o movimiento extraño “iban a terminar muertas”.
Fue así que para evitar un mal mayor al damnificado no le quedó otra opción que subordinarse a la voluntad de los invasores.
Una vez que tuvieron dominado el escenario, en cuestión de minutos y, como se tratara de un simple trámite, los delincuentes iniciaron un despiadado interrogatorio.
Luego de varios minutos, el hombre debió indicar el lugar en el que se hallaban un dinero que hacía muy poco había extraído del banco. Pero no fue suficiente.
Pese a que entregó la totalidad de sus ahorros, los ladrones estaban convencidos de que los 80 mil pesos y los 900 dólares que recibieron en mano eran apenas un vuelto y que su víctima tenía oculta una suma mucho más abultada.
Fue así que continuaron dando vuelta la casa hasta que finalmente, tras media hora de registro e intrusión en los ámbitos más íntimos de la familia, los sujetos abandonaron la morada, se subieron a un auto y huyeron.
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