La otra epidemia: graffitis; del daño al reclamo en casas y comercios
Edición Impresa | 29 de Febrero de 2024 | 04:32

A días de retomar actividades, los responsables del “Teatro La Nonna” descubrieron que por tercera vez en las últimas semanas les garabatearon las paredes y ventanas recién pintadas. El incidente es uno más de la larga lista que se sufre a diario en distintos puntos del centro comercial y en los barrios, donde los graffitis ganan terreno sin que nada ni nadie los frene.
En casos, se analiza en la calle, el fenómeno crece con el amparo de la falta de iluminación pública. Leo Ringer, responsable del histórico teatro de 3 y 47, expresó su preocupación porque desde hace cuatro meses faltan las luminarias de calle 3, tiempo en el que los graffitis comenzaron a hacer estragos en la zona. “Teníamos todo pintado, el sábado arrancamos las clases, pero ya nos estropearon el frente en tres oportunidades; pedimos por favor que en calle 3 se repongan las luminarias, las pequeñas no funcionaron nunca”, explicó Ringer con preocupación.
Desde que en la zona reina la oscuridad, garabatearon en varias ocasiones las cortinas y las paredes.
“Más allá del gasto de tener que comprar más pintura y rodillos, es el disgusto de ver que hacen cualquier cosa en las paredes y eso lo motiva la falta de luz”, apuntó el responsable de La Nonna.
Este padecimiento no es nuevo, ni aislado. En La Plata cientos de vecinos sufren las pintadas en los frentes de sus casas, en las puertas metálicas y hasta en las de las casillas de gas. Eso se convirtió en una pesadilla para quienes quieren tener su inmueble limpio y prolijo.
Para peor, si bien en algún momento la Comuna salió a reparar algunos frentes atacados por el vandalismo del aerosol, el plan no tuvo continuidad y muchos vecinos no pueden afrontar los costos de mantener los frentes en condiciones.
“Los costos de los materiales, más la mano de obra, se hace algo imposible de pagar”, sostuvo una vecina de la zona de Plaza Malvinas que ya está cansada de lidiar con las pintadas.
Además, no se trata de murales o propuestas de arte callejero, sino de rayas, símbolos o alusiones a partidos o equipos de fútbol que se estampan en cualquier superficie, clara u oscura.
La de los garabatos parece ser una epidemia urbana de difícil control, una acción a la que se le sumó la moda de “taggear”, poner una especie de sello que indica que por ese lugar pasó tal o cual grupo.
Esa especie de firma, indescifrable para la mayoría, rubrica frentes de casas y edificios de departamentos, comercios, dependencias, museos y muros de establecimientos educativos, entre otros.
Ante esa problemática, no son pocos los vecinos que esperan que se apliquen sanciones a quienes dañen la propiedad ajena.
Sin embargo, el control es al menos insuficiente para descubrir a los graffiteros en plena acción y las contravenciones casi nunca se aplican. Además en la mayoría de los casos se trata de menores de edad.
El comerciante Valentín Gilitchensky, dirigente de la Federación Empresaria La Plata, también remarcó que es indispensable que la Municipalidad aplique alguna política para evitar la vandalización de los frentes en los centros comerciales.
“Está comprobado que en los lugares que no tienen graffitis, hay mayor seguridad, porque los principios para que eso se de es que haya iluminación, limpieza y esté todo arreglado”, consignó Gilitchensky.
En las viviendas y el mobiliario urbano no escapa de las pintada / G. Calvelo
Como ejemplo de que eso puede lograrse mencionó lo que sucedía en la ciudad de Nueva York entre las décadas de los ´80 y los ´90.
“La ciudad era un desastre, pero la limpiaban todos los días, si faltaba un foco lo cambiaban al otro día”, apuntó.
Como contracara el comerciante sostuvo que en La Plata no se puede siquiera pintar una persiana, que lo que más llega a durar limpia es una semana.
“Nadie controla nada, no hay un plan desde la Municipalidad o para que la policía los detenga cuando pintan los frentes; es necesario que el centro este limpio, ordenado y sin graffitis”, concluyó el comerciante.
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