Es imposible enfrentar el calor si las canillas no dan una gota de agua

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Lo que se advirtió y pronosticó hace varios meses, lamentablemente se volvió realidad en este verano tórrido. Se dijo que llegaría el calor –que sería muy intenso- y se anticipó que, de acuerdo a los antecedentes conocidos, el servicio de agua declinaría en su eficacia y muchos hogares platenses deberían enfrentar la emergencia sin una gota de en las canillas de sus casas.

Por dar un solo ejemplo, en el pasado noviembre se puso de relieve que nuestra región estaba amenazada por una intensa ola de calor que estaba haciendo verdaderos estragos en Brasil.

“La inédita ola de calor –se decía en esta columna en la primera quincena- que se refleja en temperaturas récords que llevaron la sensación térmica a 59,7 centígrados en ciudades como Río de Janeiro y San Pablo, así como en buena parte del centro y sureste de Brasil que también sufren jornadas de agobio, constituye un toque de alerta para lo que pueda ocurrir en nuestro país en los próximos meses. Se habla de registros térmicos atípicos para la estación primaveral que aún corre en Sudamérica”.

En realidad, si bien este tipo de preavisos y los datos periodísticos que los fundamentan, se vienen reiterando en las últimas décadas, la conclusión es siempre la misma: cuando llega el calor, cuanto más falta hace disponer de agua en los hogares, la empresa Absa deja de ofrecer un suministro suficiente.

Con jornadas que tocaron casi los 40 grados de sensación térmica, con un calor bochornoso que empieza literalmente en el alba y se extiende hasta el anochecer, son muchos los barrios del casco histórico de La Plata, a los que se sumaron ahora distintas zonas de Tolosa, Ringuelet y City Bell, que combinaron la falta total de agua con cortes de luz. Claro que sí, un suplicio para la población. En el caso de City Bell, algunos vecinos aseguraron que habían estado relativamente bien abastecidos hasta la semana pasada.

En este crítico contexto es necesario insistir en que no deben ser desoídas las advertencias médicas, acerca de que no pocas personas corren el riesgo de padecer un golpe de calor, un trastorno que consiste en la incapacidad del organismo para regular la propia temperatura y que se produce como consecuencia de la exposición prolongada a temperaturas y humedad extremas.

Demás está señalar que la penuria climática no debiera verse acentuada por las tan habituales deficiencias en el servicio de agua domiciliaria en la Región, que incluye la inexistencia de suministro para muchos otros barrios a los que no llegan las redes, ya que, por lo visto en los últimos años, la estructura del servicio no crece a la par de los nuevos asentamientos y del aumento demográfico.

Está claro que las autoridades debieran impulsar, de una vez por todas, políticas que sirvan para modernizar y expandir el sistema de distribución de aguja domiciliaria, de modo de mejorar el hábitat muchas veces inhumano en el que viven niños y ancianos, así como personas de toda edad, obligados por las circunstancias.

 

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