Un aluvión de grafitis se hizo cargo de los frentes de la Ciudad
Edición Impresa | 1 de Marzo de 2024 | 04:39

Un informe publicado en este diario reflejó los reclamos de frentistas y comerciantes por los daños que sufren los frentes de sus propiedades a partir de la verdadera epidemia de grafitis que se ha declarado en la Ciudad desde hace muchos años. El fenómeno ocurre en el Centro, en los barrios y en localidades de la periferia, sin distinción alguna de zona geográfica.
Leyendas generalmente agresivas, con amenazas o insultos, textos con leyendas políticas o deportivas, declaraciones de amor, dibujos sin sentido en paredes o vidrios, garabatos pintados, todo tipo de inscripciones realizadas con pincel, brocha o aerosoles, cuya limpieza les exige a los vecinos el pago de altas sumas de dinero.
El resultado final, una ciudad desprolija como pocas y nada menos que la capital de la Provincia. En la que también sufren estos actos vandálicos los edificios públicos, escuelas, teatros, clubes templos. Toda superficie es buena para dejarla enchastrada.
La situación incómoda no es de hace poco tiempo, sino que el padecimiento viene de lejos. Cientos o miles de vecinos sufren las pintadas en los frentes de sus casas, en los portones y hasta en las puertas de las cabinas de gas.
Eso se convirtió en una pesadilla para quienes quieren tener su inmueble limpio y prolijo.
Desde hace décadas que La Plata es ciudad abierta para el aluvión de grafitis.
Se ha dicho, asimismo, que algunos grafitis tendrían un origen “tumbero” y que con signos que parecen privados de todo sentido se dejan mensajes delictivos que avisan sobre si una casa está habitada o vacía.
En cuanto a los locales comerciales, dirigentes de la Federación Empresaria La Plata expresaron que es indispensable que la Municipalidad impulse alguna política para evitar este tipo de vandalismo.
Cuando los problemas aparecen, si no son resueltos de inmediato se complejizan. Pasa en muchos temas vinculados a la vía pública, como la venta ambulante, los trapitos, la formación de pequeños basurales, y, también, con los grafitis. Estos últimos empezaron hace unas décadas, embadurnaron primero algunas paredes del casco céntrico y luego se propagaron a todo el distrito, por falta de fiscalización y de acciones públicas.
Por lo demás, se está atentando no sólo contra bienes de terceros, sino contra principios estéticos que son comunes a la Ciudad, de modo que resulta imperioso poner término al capricho personal de algunos pocos, que se creen autorizados para causar esos perjuicios, y hacerlo a través de una rigurosa fiscalización de la actividad y la consiguiente prohibición de afectar espacios que deben permanecer ajenos a tan lamentable invasión de grafitis.
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