Por los robos, no ayudan más de noche en el Centro

Una entidad que ofrece comida a personas en situación de calle, ahora las cita en su sede de 8 entre 37 y 38

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La situación de descontrol y violencia que se viene denunciando en el centro de la Ciudad ya complica hasta los voluntarios que están acostumbrados a lidiar con la dureza de la marginalidad y los problemas de la calle. De eso dan prueba en la Fundación Sumando Voluntades que, tras 15 años de ayuda en los peores escenarios, tomó la decisión de no recorrer más, de noche, las plazas Italia y San Martín por la reiteración de robos y ataques violentos a quienes van con un plato de comida en sus manos.

Nancy Maldonado, titular de la entidad, le contó ayer a este diario que “nos quisieron robar varias veces en la calle, en Plaza Italia y Plaza San Martín. Entonces, vamos a dejar de ir de noche por ahí”, dijo. Hasta la semana que pasó, entre 8 y 10 personas de la Fundación se subían a sus autos y pasaban por esas plazas con la comida, siempre en una banda horaria que iba desde las 21 a las 24.

Ya no será así. No obstante, aclaró Maldonado que las personas que reciben asistencia alimentaria de la entidad, no la perderán.

Desde esta semana, los lunes y los miércoles, entre las 19 y las 20, las recibirán en la sede de la Fundación, situada en calle 8 Nº 256, entre 37 y 38. Allí podrán llevar sus recipientes plásticos u ollas para llevarse la comida. Lo mismo, el sábado, pero la atención se realizará entre las 12 y 13.

Según contó Maldonado, la Fundación asiste a unas 120 personas que están en situación de calle ó aún en su casa, carecen de recursos para procurarse el alimento diario. Recorren varios puntos del casco urbano y las localidades.

A lo largo de esos itinerarios también suelen tener problemas referidos a la inseguridad en otros puntos. Entre esos, se suma la zona de la Plaza Yrigoyen, en 19 y 60. Hace pocos días, recuerdan en la Fundación, un grupo de voluntarios pudo salir ileso de una emboscada de ladrones con apoyo de taxistas que advirtieron la situación.

La extensa lista de personas que recibe ayuda también suele usar edificios en estado de abandono y cajeros como refugio o directamente vivienda. Este último es el caso de una construcción de la zona de 31 y 44, donde hay una docena de adultos y menores. “Tocamos bocina, dejamos la comida y nos vamos”, apuntó Maldonado sobre el método que encontraron para no verse en situaciones de agresión por parte de algunas de las personas que ayudan, al parecer, afectadas por problemas de adicciones o patologías mentales.

También visitan seguido el edificio a medio construir, abandonado desde hace décadas, de 46 entre 11 y 12. “Habían levantado un paredón, pero hicieron un agujero y entraron”, contó Maldonado sobre una situación que genera quejas a diario en la cuadra. Adentro, vive una veintena de personas.

Hace poco, los voluntarios consiguieron una silla de ruedas para una persona que usa uno de los rincones de la mole de cemento, sin paredes, como hogar.

Un cuadro similar, en 44 y 24, donde semanas atrás fue asesinada una adolescente de 15 años. Detuvieron a un joven de 24 que pernoctaba allí. Quedó acusado por arrojar al vacío a la chica con quien habría tenido una relación de pareja.

Maldonado aclaró que la entidad no recibe ayuda oficial y cocina para quienes no tienen con lo que consiguen como donación. Ante la demanda sostenida, pidió ayuda. Quienes quieran colaborar pueden acercar alimentos para preparaciones “de olla” a la sede de la Fundación.

 

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