Vucetich, creador de un método de identificación de alcance mundial

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Aunque no fue el primero en estudiar las impresiones dactilares, Juan Vucetich -un inmigrante astro-húngaro que en 1882 se instaló con su familia a nuestro país- descubrió el verdadero poder de las huellas digitales para resolver crímenes hasta la fecha irresolubles sentando así las bases de una disciplina que tendría impacto a nivel mundial.

Tras radicarse en La Plata e ingresar en 1888 a la Policía Bonaerense como “meritorio” en tareas de contaduría, Vucetich conoció el trabajo del antropólogo inglés Francis Galton, uno de los pioneros del estudio científico de las impresiones dactilares y, fascinado por él, comenzó a desarrollar su propio método de identificación.

A partir de cuatro formas que se repiten en las huellas (arcos, presillas internas, presillas externas y verticilos) y con las impresiones dactilares reunidas entre reclusos alojados la cárcel de La Plata, creó en 1891 el primer registro dactiloscópico del mundo.

Su primer gran reconocimiento tuvo lugar en 1892, tras el brutal asesinato de dos niños de 6 y 4 años en el entonces poblado de Necochea, para cuya investigación se lo convocó.

Aunque en un principio se sospechaba que el autor de los asesinatos era un hombre llamado Ramón Velásquez, amigo de los padres de los niños, Vucetich pudo establecer con su método que la huella dactilar ensangrentada que la policía había hallado en la escena del crimen no correspondía con él.

Para sorpresa de la policía la huella coincidía con una de la madre, quien afirmaba no haber tocado los cuerpos ensangrentados de sus hijos. Al ser confrontada con la prueba, la mujer, que se llamaba Francisca Rojas confesó ser la autora de aquel crimen atroz.

El episodio quedó en la historia por tratarse de la primera vez que se utilizaba con éxito la identificación de huellas dactilares en una investigación así.

Con ese notable debut, Juan Vucetich logró que la dactiloscopia comenzara a ser reconocida como una ciencia útil para la identificación humana, desplazando el viejo método antropométrico. Y en 1896 creó el Sistema Dactiloscópico Argentino que la provincia de Buenos Aires adoptó oficialmente en 1903.

Con todo, los alcances de su método, al que llamó “dactiloscopia comparativa”, no quedaron circunscriptos a la criminalística. Con el tiempo dio origen también a la Cédula de Identidad, el primer documento identificativo que luego fue adoptado por países como Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil.

 

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