Dice el dicho, “el que quiere pescado, que se moje”: lo aplican a las algas y le sacan el juego

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Sumida en el agua glacial del archipiélago de Lofoten, en el norte de Noruega, Angelita Eriksen (foto) recolecta con cuchillo un puñado de algas que terminarán en el plato de un restaurante gastronómico europeo. “Tenemos las aguas más claras y más limpias de Europa y tenemos la fortuna de tener este recurso que crece al pie de nosotros. Queremos mostrarlo al resto del mundo”, dice.

Noruega e hija de pescador, Eriksen se asoció con Tamara Singer, hija de una japonesa que cocinaba algas en todas las comidas, para desarrollar su empresa, Lofoten Seaweed, especializada en la recolección y preparación de algas para la alimentación.

Con el refuerzo de seis personas, recogen a mano 11 toneladas de algas anuales, durante la alta temporada que se da de fines de abril a junio, en lo que califican como “trabajo físico”.

 

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