La furia de Macri, el PRO cerca del quiebre y la tensión que no cede en el kirchnerismo

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José Picón

jpicon@eldia.com

La dirigencia política suele bromear sobre la propensión del radicalismo a las peleas internas. “Para un radical, la interna es el lapso que media entre una elección general y la siguiente”, es la definición que suelen enarbolar aquellos que, desde distintos ámbitos, ponen una lupa crítica sobre la agitada vida partidaria que suele exhibir la UCR.

Por distintas circunstancias, las tensiones siempre latentes entre los radicales no son, ni por asomo, las más virulentas en los tiempos que corren. El PRO quedó virtualmente fracturado a partir de la disputa entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich, con epicentro en la Provincia. Axel Kicillof y Máximo Kirchner transitan por su parte tiempos de enormes turbulencias. Nunca antes el kirchnerismo vivió una disputa librada a cielo abierto y con tamaño nivel de exposición.

La figura de Javier Milei tiene enorme relación con algunas de estas refriegas. El PRO ingresó en una dinámica rupturista justamente por el desacuerdo en relación a cómo vincularse con el Presidente. Bullrich no sólo es ministra de Seguridad: también es la dirigente que más empuja una suerte de fusión con La Libertad Avanza. Dio incluso un paso más cuando de las declaraciones en ese sentido directamente pasó a los hechos y organizó un acto en el Conurbano junto a su tropa y dirigentes libertarios.

Macri, que rechaza esa idea y que quiere mantener la individualidad partidaria sin que esta posición signifique un rechazo a una eventual coincidencia electoral con Milei, tomo ese movimiento como una desafío a su liderazgo y reaccionó con dureza. Mandó a renunciar a la mayoría de los integrantes de la conducción bonaerense del PRO que le reportan por distintas terminales. Le terminó vaciando el partido a la actual titular, Daniela Reich, que se mueve en el círculo de la ministra de Seguridad.

Esa guerra política está en plena disputa. Bullrich analizará en las próximas horas con su sector si rompe los bloques del PRO en la Legislatura. Cuenta con 5 diputados entre propios y aliados, que meditan si se van a los brazos de la bancada libertaria. Reich, esposa del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, es la única pieza cercana a la ex candidata presidencial en el Senado. Todo tiene que ver con todo: Valenzuela fue compañero de facultad de Milei y tiene ingreso permitido a las oficinas presidenciales.

Los libertarios que ostentan la franquicia oficial del Presidente presionan para que el crujido se transforme en quiebre. Tientan a los bullrichistas que, por su parte, meditan la decisión.

Macri resiste ese enlace anticipado. Los temores sobre la marcha del gobierno nacional generan interrogantes profundos en su tropa. De ahí que muchos dirigentes prefieran robustecer la identidad del PRO. El ex presidente, además, pretende otra cosa: si hay acuerdo electoral en la Provincia con Milei, buscaría ser él como líder nacional de su fuerza, y no Bullrich, quien estampe la firma de ese pacto.

Otra de las novelas de temporada es la que protagonizan el gobernador Axel Kicillof y Máximo Kirchner. En busca de una tregua en medio de tantos cruces, buscan apurar una cumbre que, todavía, no llega.

El líder de La Cámpora reniega de que Kicillof se muestre lanzado en busca de una proyección nacional. Jugó a fondo para vaciarle lo que pareció el acto de lanzamiento que tuvo lugar en Florencio Varela hace unos días. Habría incluso hablado con intendentes bonaerenses para que no fueran. Algunos de ellos obedecieron frente a la posibilidad de que La Cámpora les hiciera la vida imposible en sus concejos deliberantes.

Esa tensión genera otras rispideces. En la agrupación de Máximo Kirchner asoman voces discordantes respecto de la tensión que existe con el Gobernador. Inusuales comunicados de distintas seccionales con cuestionamientos a la decisión de no sumarse al acto de Kicillof mostraron una fisura de alcance poco previsible. Hay quienes creen que ese faltazo terminó siendo la excusa para exhibir en público un malestar que se venía incubando respecto de la forma en que se toman determinaciones en la “orga”. Una crítica que expuso en público Andrés “Cuervo” Larroque hace un tiempo cuando decidió dar el portazo enemistado con el hijo de la Cristina Kirchner.

Cerca de Kicillof buscan despegarse de esas fisuras. “Nosotros no alentamos ningún pronunciamiento”, aseguran como para intentar bajar la tensión interna, mientras mirar de reojo lo que ocurre en el PJ bonaerense.

Máximo Kirchner convocó a elecciones internas en sintonía con la renovación de autoridades partidarias nacionales. En algunos despachos de la Gobernación sospechan, no sin algo de malicia, que ese movimiento busca una suerte de “operativo clamor” para ser ratificado en el cargo.

Kicillof no quiere meterse en esa disputa, pero sí lograr espacios para dirigentes de su sector. En cambio, mira con otro interés lo que ocurre en el peronismo nacional. No le disgustaría liderar el partido de cara al objetivo de armar un espacio electoral para ofrecer como alternativa a los libertarios. El kirchnerismo duro puede que esté sobre aviso: empezó a menear la posibilidad de que Cristina Kirchner sea propuesta para ese rol. Una forma de obturar, claro, ese deseo del Gobernador.

 

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