Stop de la euforia financiera, piso en la caída de la actividad y ruidos en la gestión
Edición Impresa | 10 de Junio de 2024 | 01:45

Gustavo Marangoni y Fabio Rodríguez
A mediados de mayo se quebró el impetú alcista de los mercados financieros y nos metimos en una zona de serruchos e inestabilidad que en la semana que pasó se profundizó. ¿Qué sucedió? Se combinaron una serie de errores en materia económica con una crisis política y de gestión que comenzó con la Jefatura de Gabinete y se extendió al Ministerio de Capital Humano.
La primera se obturó rapidamente con la llegada de Francos, la segunda está en pleno desarrollo. Paradojicamente, en medio de esta coyuntura dificil para el gobierno comenzaron a aparecer algunos datos adelantados de actividad que podrían insinuar que la economía se ecuentra próxima a tocar piso.
Especificamente reconocemos los siguientes catalizadores (tanto económicos como políticos) para explicar la actual inestabilidad:
I) La demora e incertidumbre con la Ley Bases (a esta altura muy entrecortada y confusa en cuanto al contenido final que quedaría en la misma.
II) Un error en el último movimiento bajista de la tasa de interés, dando lugar a un desarme de posiciones y toma de ganancias (fin del carry).
III)) los frentes de crisis en la gestión del Gobierno (todos los días nos enteramos de una baja de funcionarios relevantes en varias carteras.
IV) La “crisis de los alimentos” que tuvo en la mira a la Ministra de Capital Humano Petovello.
V) La imprevisión en materia de aprovisionamiento de gas.
VI) El ruido por la posible no renovación del swap con China y finalmente, algo muy categórico y negativo para el frente fiscal al cual se aferra el gobierno.
VII) La media sanción (con una amplia mayoría) de un cambio a la formula jubilatoria, que agregaría 0,5% del PBI en gastos solamente en 2024 y pondría en jaque todo el programa financiero del Gobierno.
Fin de la luna de miel
Como se puede apreciar, motivos para este presente estresado del Gobierno y del plan económico sobran. El fin de la luna de miel en el plano financiero resulta muy contrastante y hace ruido en un Gobierno “promercado”, cuyo ministro es un experto en deuda y finanzas.
En informes anteriores destacamos que, frente al gran ajuste fiscal, el desplome de la actividad y la caída de los salarios reales, el Gobierno mostraba como su gran logro la calma financiera que había logrado hacia marzo-abril, con avances en bajar la brecha, el riesgo país y contener la inflación en base a la dureza fiscal y monetaria. Sin embargo, varios de estos puntos hoy comienzan a estar cuestionados, lo que se tiñe aún más cuando se aprecia la crisis de funcionamiento y gestión que afecta al Ejecutivo. P
Por más que se diga que se repudia al Estado y que se lo quiere destruir, la población espera respuestas concretas y eficaces frente a los problemas cotidianos que los aquejan. No puede aguantar mucho tiempo una posición marketinera que pregona “romper” todo desde dentro de la administración pública cuando a la par la sociedad voto a La Libertad Avanza (LLA) para que gestione esos mismos resortes y encuentre soluciones a los graves problemas heredados.
Yendo al movimiento de las variables, el riesgo país, que había caído por debajo de los 1.100 puntos en abril pegó la vuelta y hoy se ubica por encima de los 1.500 puntos, con una suba de casi 40%. Una brecha que está arañando el 50% incomoda al Gobierno a pesar de que mejora el tipo de cambio exportador, que hoy ronda los $980. Sin embargo, la liquidación fuerte del agro sigue sin aparecer y se redujo considerablemente durante estas últimas semanas de turbulencia financiera.
Causa o consecuencia es un gran interrogante. A la vez, el resto de los sectores (como por ejemplo el energético), que venían liquidando una abundante cantidad de divisas se corrieron del mercado. Esto también generó que el Banco Central acaparara menos divisas: de comprar US$ 130 millones promedio por día en abril, pasó a US$ 50 millones diarios en mayo y en junio tiene un saldo prácticamente neutro. Si bien lleva comprados US$ 17.500 millones desde la asunción, en julio tenemos pago a bonistas y la cuestión del pago del swap con China aún no encuentra solución y desde Cancillería continúan las indefiniciones. El Gobierno intento poner en reiteradas ocasiones paños fríos al mercado, anunciado el pago de los intereses y capital de julio para la deuda extranjera, reiterando el ajuste fiscal (“no se negocia”) e incluso saliendo el Presidente a decir abiertamente que iba a vetar todo tipo de aumento de gasto público que llegara desde el Congreso.
Pero parece que, por el momento, nada de eso es suficiente. La declaración del FMI instando al Gobierno a construir mayor respaldo político a las reformas también revela las dificultades que se enfrentan para acceder a nuevos fondos frescos y crear un clima mas propicio para la llegada de inversiones.
Por más que se diga que se repudia al Estado, la población espera respuestas concretas
Lo que parece estar esperando el mercado, es ver la capacidad del Gobierno de poder instrumentar las reformas necesarias para el mediano-largo plazo, como lo son la Ley Bases, el RIGI, el blanqueo y la reforma laboral. Además, para el corto plazo es sumamente necesario el paquete fiscal, que brindaría recursos adicionales para este año por aproximadamente 0,5% del PBI en un escenario conservador.
En definitiva, esta evaluando la capacidad del Gobierno de llevar adelante su programa en minoría y no tener que esperar a las elecciones legislativas para confirmar el escenario político. El mercado ya pagó por adelantado frente a promesas de reformas pro mercado y estabilizacion macroeconómica.
Eso fue con Macri. Les fue muy mal. Ahora están esperando hechos concretos para luego “pagar”. Además, en esta ocasión, no solo los flujos financieros están esperando señales políticas que pueda enviar el Gobierno, sino también inversiones para la economía real como lo pueden ser en los sectores energía y minería que podrían ser propulsados por el RIGI.
Es por ello que hay mucho en juego para el Gobierno durante estas semanas, por lo que no debería malgastar energías en pequeñeces políticas, sino direccionarlas hacia encaminar acuerdos en la gestión legislativa. Por último, dado que los inversores externos “la están viendo de afuera” y toda la dinámica financiera tanto positiva como negativa es netamente interna, si el Gobierno logra pasar sus leyes y dar una señal hacia el exterior de consolidación del programa de gestión, la activación de flujos externos hacia la Argentina podría implicar una rápida compresión de riesgo país por debajo de los 1.000 puntos básicos y, de esta manera, hacer viable una serie de proyectos de inversión sumamente necesarios para el mediano y largo plazo del país.
Buscando el piso de la actividad
Los datos adelantados de actividad económica estaban brindando señales de que probablemente la economía esté comenzando a buscar un piso en sus niveles de actividad. Esto no quiere decir que efectivamente lo haya encontrado, ya que podrían darse nuevos cimbronazos, pero si que en los próximos meses los indicadores comiencen a confirmar que la economía real se está estabilizando en ciertos niveles. Sin embargo, no hay que dejar de tener en cuenta que siguen estando los efectos del fuerte ajuste del Tesoro sobre la obra pública, que prácticamente se encuentra paralizada a nivel nacional. A ello hay que agregarle que los costos en dólares de la construcción privada han subido significativamente desde el mes de diciembre y ello ha implicado un stand by en la aplicación de nuevos proyectos, sobre todo ante la retracción de los ingresos reales. Por el lado industrial, estos meses han sido de “transición” en donde numerosas empresas a pesar de la caída de la actividad y de aún no tener perspectivas auspiciosas han decidido “aguantar” en materia de empleo a ver si una vez pasado el ajuste, la economía comenzaba a mejorar. Es por ello que los próximos meses serán determinantes en las decisiones de una buena parte del empresariado local, donde encontrarán la respuesta al período de “aguante”.
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