Dieta planetaria: cómo comer para frenar el calentamiento
Edición Impresa | 17 de Junio de 2024 | 02:59

Cada vez existen más evidencias de que el progresivo calentamiento global encamina a nuestro planeta hacia un desastre ecológico y que nuestro sistema alimentario tiene en ese proceso un papel central. De ahí que en los últimos años viene creciendo la cantidad de personas que tienen presente su contribución al cambio climático a la hora de elegir qué y cómo comer.
En ese contexto, la llamada Dieta Planetaria, basada en alimentos cuya producción produce una huella de carbono menor, ha venido ganando popularidad. Pero en qué medida lo que es bueno para el planeta lo es también para nuestra salud.
La respuesta a esa duda llegó días atrás en un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública Harvard. Sus resultados, que acaban de publicarse en la revista científica The American Journal of Clinical Nutrition, confirman que la dieta contra el cambio climático puede extender a su vez la longevidad.
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar los datos de más de 200.000 mujeres y hombres sin enfermedades crónicas importantes a fin de analizar en qué medida su alimentación habitual se correspondía con la propuesta de la dieta contra el cambio climático.
Así comprobaron que las personas cuyas dietas se acercaban más a la denominada Dieta de Salud Planetaria tenían un 30% menos de riesgo de muerte prematura en comparación con aquellas con menor adherencia a este patrón de alimentación.
Entre ellas también fue inferior el riesgo de fallecimiento por las principales causas de muerte, entre las que se incluyen el cáncer, las enfermedades cardíacas y las respiratorias.
“Cambiar la forma en que comemos puede ayudar a frenar el proceso de cambio climático. Y lo que es más saludable para el planeta también lo es para los humanos”, señaló Walter Willett, profesor de epidemiología y nutrición de la Universidad de Harvard y uno de los autores de la investigación.
EN QUÉ CONSISTE
Basada en el consumo de 2.500 kilocalorías al día, la llamada Dieta Planetaria consiste en aumentar la cantidad y variedad de frutas, verduras, frutos secos y legumbres que consumimos, moderando la ingesta de alimentos de origen animal, como la carne y los lácteos.
Aunque flexible en las elecciones, la dieta contra el cambio climático propone que la mitad del plato esté compuesta por verduras y frutas. La otra mitad debe contener: granos enteros, alimentos que sean fuente de proteína vegetal (legumbres, frutos secos y semillas), aceites vegetales insaturados (como el aceite de oliva) y, de forma opcional y en cantidades reducidas, fuentes de proteína animal (ternera, cordero, cordero, aves, huevos, pescado).
Pero la Dieta Planetaria es mucho más que elegir alimentos. Supone a su vez redefinir los comportamientos alimentarios en cada comida. Entre ellos recomienda abastecerse de alimentos producidos localmente y en especial aquellos que son de estación.
Como señalan los impulsores de esta forma de alimentarse, comprar cerca de casa disminuye la emisión de gases de efecto invernadero, contribuyes al comercio local y evita alentar la comercialización de productos que, por provenir de regiones lejanas, producen una huella de carbono mayor.
La propuesta también alienta al consumo de productos ecológicos, ya que la agroecología tiene en cuenta factores como el tipo de suelo y el clima, por lo que los cultivos suelen ser más resistentes al cambio climático y retienen más CO2 que la agricultura intensiva.
La Dieta Planetaria también tiende a reducir el consumo de carne, ya que su producción supone un gran gasto de agua, energía y otros recursos, y es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Otra propuesta asociada a este tipo de alimentación consiste en usar electrodomésticos más eficientes (ahorrarás energía y dinero) a la hora de cocinar, elegir también métodos de preparación que gasten menos energía (la olla exprés es preferible al horno) y el mayor consumo de alimentos crudos.
Los seguidores de esta forma de alimentarse también enfatizan la importancia de no tirar comida. Y es que se estima que el derroche de alimentos es responsable del 10% de los gases de efecto invernadero que produce la humanidad. Frente a esto, alientan a convertir las sobras en nuevos platos y llevarse a casa lo que no se haya terminado de comer en un restaurante.
También insisten en reducir al máximo el uso de envases plásticos descartables, ya que su producción tiene un costo alto a nivel ambiental. Además, son desechos muy contaminantes que no siempre llegan a reciclarse. De ahí que es conveniente compra en tiendas a granel y, al hacer las compras, llevar siempre bolsas reutilizables de tela.
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