El necesario relanzamiento de la campaña nacional de alfabetización

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El decreciente nivel educativo de los escolares argentinos, en una tendencia que viene de muchos años atrás, que se agudizó en la época de la pandemia y que sigue decayendo en la actualidad –con múltiples referencias objetivas que así lo demuestran- originó que la entidad Argentinos por la Educación haya lanzado en 2023, junto con más de 190 organizaciones no gubernamentales de todo el país, la denominada “Campaña Nacional por la Alfabetización” para lograr que todos los chicos de Argentina entiendan lo que lean.

Como se recordará, días atrás tomó estado público un informe de la Unesco revelador de que el 46 por ciento de los chicos de tercer grado de nuestro país no entiende lo que lee, en una cifra que asciende al 61,5 por ciento entre los estudiantes de menor nivel socioeconómico. Lo cierto es que en la Argentina una porción muy significativa de los alumnos completa el primer ciclo de primaria sin estar completamente alfabetizados.

En ese preocupante contexto, se conoció ahora el primer informe de monitoreo en el que se describieron las iniciativas del Gobierno nacional y de cada jurisdicción del país para fortalecer la lectura y la escritura. Allí se detallaron los objetivos y el alcance de cada plan provincial junto con las acciones previstas en cuanto a formación docente, recursos pedagógicos y evaluación para revertir la situación, tal como se detalló en la edición de ayer.

El plan nacional acordado prevé la provisión de recursos pedagógicos y didácticos (físicos y digitales) junto con la impresión y/o distribución de libros. En esta línea, 17 jurisdicciones se comprometieron a entregar libros y 15 a desarrollar materiales digitales.

Ahora, y con nuevas estadísticas, más de 190 ONGs, entre ellas Argentinos por la Educación, Asociación Conciencia, Educar y Crecer, Más Voces, Enseñá por Argentina, Fundación Leer, AMIA, Fe y Alegría, Minkai, Voy con Vos y Hablemos de Bullying, se propusieron reactivar la campaña para revertir la crítica situación educativa, entendiendo que se trata de un problema sistémico que atraviesa a todos los niveles socioeconómicos.

Es cierto que toda toma de conciencia sobre la magnitud de un problema constituye el primer paso para resolverlo. Está nueva presentación de tantas organizaciones no gubernamentales, con un respaldo de Nación y de los estados federales, permite alentar expectativas optimistas.

El país no puede permitirse que sigan declinando los niveles de comprensión de textos y de analfabetismo. No existiría ninguna posibilidad de despegue económico y de desarrollo cultural si los estudiantes no reciben los conocimientos que corresponden, en un mundo cada día más competitivo. Los excesivos días sin clases, las medidas demagógicas que denotan la existencia de criterios facilistas en la enseñanza sólo sirven, en cambio, para privar a la sociedad de recursos humanos valiosos, creativos y generadores de toda clase de riquezas.

 

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